Si la semana pasada tuviera banda sonora en ella sonaría el Corre, corre de los Leño, Me estoy volviendo loco de Azul y Negro o El estrés del año 2000 del ínclito Andy Chango. A ensayo por día, incluso doblete de local a local y tiro por que me toca tocar; estreno como guitarra con los chicos de la Hank Moody Band donde en sólo un par de días me tuve que meter en el coco una veintena de temas -geniales los chicos, con Supreme a la cabeza-, después tocata y fuga en Cambayá con Fernando y los sureños como puesta de largo antes de irnos a la capital... y vuelta a empezar.

Todas las fechas clave se van acercando, a dos días para ensayar en los locales de Tablada con los más grandes del rock patrio: Rosendo, Jaime Urrutia, Loquillo, Rubén Pozo? Y a poco más de una semana de presentar a los Vicios Caros en el Teatro Echegaray con los temas nuevos. Las ganas intactas, las guitarras ajustadas y una idea clara en mente: a partir del viernes once mi distracción principal por lo que quede de octubre será sentarme en una silla a escuchar cómo me crece la barba, con todas las fundas de guitarras debidamente tapadas con una buena manta de paduana con tigre impreso.

Pero no quería dejar pasar la ocasión para dedicarle unas palabras a todos los que hacen posible que esto funcione, a cada uno de los componentes de Vicios Caros y Southern Comfort Band; el sacrificio diario de tener que gambetear con los trabajos, los horarios, las familias, las novias, los hijos, las demás bandas, esa fuerza de flaqueza y positividad a raudales de Pepe Blanca, ese bajo que no para de sonar y esa ternura de Pepe Salas, la claqueta indomable y las salidas de arte del gran Victor Alcalá, que no sé como tiene tiempo vital para todo esto, los mil y un gin tonic, risas, enfados y tomates en la peña flamenca con mi hermano Adolfo Caimán director de toda esta patata, el orgullo de seguir compartiendo tantas cosas bonitas con Manuel Moles, teclista en las dos bandos y sus frases con arte como «No vamos a llegar jamás» o «Mo va a venir nadie», seguidas de esa carcajada que sigue resonando desde hace 15 años que lo conozco, al próximamente padre con mas arte del planeta, el bajo en los Vicios de Jorge Blanco, maestro donde los halla con una fe ciega en su Zurdo que nos da el sello de excelencia en cada acorde y cada historieta que nos pasa; a Fernando Martín por confiar en la idiosincrasia sureña y su amistad, Salva Makoki que va a estar un año sin vernos; a Marta Cordón, Manolo Olmo, Canhio, Judith Gómez, Delia Márquez, Amarillo, Los Fabrizzios, Birqui, Cebreros, Barberó, Beard, Marcos Escaños, Enrique Luthier, las musas y un largo etc.. Y perdonen los olvidos de locos que todavía tienen ese cosquilleo en el corazón por el oficio de hilvanar acordes con versos, que es un veneno letal. Al público que va a nuestros conciertos y sigue mis pasos, a todos ellos, que sepan que sudaremos la camiseta y daremos lo mejor de nuestro arte por todo ese tiempo que quitamos a los que nos rodean; os tendré en mis oraciones cuando esté escuchando cómo me crece la barba tras este tsunami de eventos y emociones, un descansó que será bálsamo por unos días, hasta que necesitemos otro dosis de enredos y conciertos... Porque ésta es mi forma de vida y lo que quiero para el resto de mis días. «No sé si debo pedir que pare el tiempo, no sé si debo decir que estoy contento de estar junto a ti» una noche cualquiera, Vicios Caros.