Con paciencia franciscana, amor por el detalle y una vocación taurina incombustible, Cosme Rueda y Enrique Rueda acaban de presentar el primer tomo de la Historia de la Plaza de Toros de La Malagueta (1876-1936).

No es exagerado bautizarla como el Cossío de La Malagueta porque la obra final estará compuesta por ocho tomos, un trabajo que a los autores les ha llevado diez años. De hecho, este primer volumen, de más de 500 páginas, cuenta las andanzas del coso desde su construcción en 1876 hasta 1879.

La paradoja es que, por el gran volumen de fuentes manejado, pero sobre todo por su calidad, los autores han corregido algunos datos aportados por el famoso académico José María de Cossío. En este sentido, a los archivos institucionales de Málaga, la Biblioteca Nacional y la Hemeroteca Nacional, hay que sumar un tesoro: el archivo del escritor taurino Guillén Sotelo, hijo de Guillén Robles, que conserva su descendiente, Enrique Recio.

«Cosme es el verdadero padre de la criatura. En vista de lo que yo tenía, sobre todo en cuestión de libros y revistas, se le ocurrió escribir esta obra», cuenta Enrique, un malagueño que vio nacer su afición taurina en los años 50. «En los tiempos de Ordóñez, El Litri y Aparicio», subraya.

Entre los libros y revistas de la colección de Guillén Sotelo hay 16 años de la revista Sol y Sombra y otras valiosas publicaciones como El toreo, con muchos datos sobre la plaza de La Malagueta.

«Se ha hecho una especie de barrido a 60 años de historia y hemos sido lo más meticulosos y rigurosos que hemos podido», destaca.

Cosme Rueda justifica además esta ingente obra en que del periodo anterior a 1936, de La Malagueta se sabían cuatro anécdotas: «Que El Litri había muerto, que había un torero muy gordo llamado Matías Lara y que don José Orozco encendía puros con billetes de veinte duros», enumera.

Un trabajo tan concienzudo ha permitido rescatar del olvido no sólo a toreros «que creíamos que no existían», sino también «a uno de los críticos taurinos más importantes de los últimos años del XIX y principios del XX: Aurelio Ramírez Bernal, un periodista malagueño que firmaba con el alias P.P.T. (Pepete).

Como subraya Cosme Rueda, «un gran ganadero de finales del XIX decía que ver junto a Aurelio Ramírez Bernal una corrida de toros era lo más grande de lo mucho que aprendías de la lidia».

En relación con las crónicas taurinas de entones, Enrique Recio quiere resaltar «lo curiosas, interesantes y detalladas que eran las crónicas taurinas de la época, en la que se reflejaban el número de pases, estocadas.... muchas se escribían en verso y hacían referencia a personajes locales y nacionales, lo que ha hecho que el libro tenga mayor volumen».

Este tomo primero, centrado en los comienzos de La Malagueta, recoge curiosidades como los dos emplazamientos para la plaza que se barajaron antes de elegir la vecindad del Hospital Noble: el llano del Ejido y un limonar por Olletas.

Finalmente se eligió el arranque del Camino de Vélez y, en concreto, una huerta de la Malagueta llamada la Noria de Reding. Como destacan los autores del libro, en las últimas obras de arreglo de la plaza aparecieron los restos de la noria. «Salió a la luz el borde del pozo. El agua se canalizaba hasta el centro del ruedo. No sé si la utilizaron para regar la plaza porque no tenía sentido dejarla sin uso», plantea Cosme Rueda.

La construcción de la plaza fue obra del arquitecto santanderino Joaquín de Rucoba, que también realizó el mercado de Atarazanas por la misma época.

Con la nueva plaza patinó el Ayuntamiento, al creer que la levantaba en terrenos municipales, cuando una parte eran privados. «Al final tuvo un litigio con las propietarias, las hermanas Molina y lo perdió», explica Enrique Recio,

Los autores cuentan que el segundo tomo, que será patrocinado por la Diputación de Málaga, hará un repaso a los siguientes diez años de La Malagueta, en los que se da cita una afición «muy voluble, dependiendo de los acontecimientos». A este respecto, Cosme menciona la epidemia de cólera de 1885, algo que provocó que en una corrida de postín, con un cartel formado por Lagartijo, Guerrita y Mazantini, «los tendidos estuvieran casi vacíos».

Enrique Recio y Cosme Rueda han brindado a la afición de La Malagueta una obra que hará historia.