Lola López Mondéjar (Murcia, 1958) es psicóloga, psicoanalista y escritora. En La primera vez que no te quiero (editorial Siruela) reivindica la lucha, externa e interna, de las mujeres en la transición.

Su novela comienza con una escena estremecedora teniendo en cuenta la actualidad del caso Asunta, la niña de Santiago. Sin embargo, en su caso, la madre «ahoga» a su hija con una función metafórica.

Esa era mi intención. Aunque el suceso de la protagonista es real se trataba de hablar de la hostilidad de la madre, algo que no aparece casi nunca en la literatura, sin llegar a casos extremos como el de Santiago. Especialmente en una generación que fue educada en la idea de que ser madre era su esencia y obligada a desprenderse de otras prerrogativas de mujer.

Quienes no vivieron la dictadura deben pensar que fue sencillo adaptarse a la democracia y la libertad. Pero usted refleja que no fue tan fácil reubicarse...

No lo fue, incluso en muchas ocasiones fue un tránsito dramático y muchas personas quedaron en el camino. En el libro no trato el tema de las drogas, pero el ansia de libertad llevó a romper los límites de una forma peligrosa. Había una tensión entre un mundo rural, reprimido y católico y el mundo que anhelábamos. Y una tensión interna. La lucha no fue solo contra los grises, sino contra el gris.

La transición de su protagonista es también interna. ¿Escribir es psicoanalizarse?

La literatura es psicoanálisis. Ricoeur decía que la vida se narra a sí misma.

¿Las grandes olvidadas de la historia son siempre las mujeres?

Sí, estoy segura de ello. Hay una gran ausencia en la historia oficial. Pero estaban ahí, en primera línea y en las cárceles.

¿Queda de su experiencia una enorme decepción con respecto a los políticos?

Sí, esos políticos que cambiaban rápido de casa, de coche, de mujer, de todo, los de la euforia del poder que olvidaron que la democracia está al servicio de los ciudadanos. Se les olvidó muy pronto. La primera decepción fue el referéndum de la OTAN, el primer punto negro en la nariz de la izquierda.

¿Qué falló para haber llegado a la España actual?

Construimos una democracia formal, pero no profunda y ahora vemos en el poder a los mismos personajes y las mismas castas franquistas. No se renovó la judicatura y no hay separación de poderes y con el poder económico el trasvase es constante. Se está dando una enorme involución. La democracia es débil. No hemos sabido transmitir a nuestros hijos la necesidad de una constante tensión de los ideales. El 15M fue un paso pero no se consolidó porque es una generación que se frustra muy pronto. Nosotros teníamos que luchar por todo. Desde el confort la lucha es difícil. Los hijos de Julia no tienen futuro.