La fachada del Teatro Cánovas ha cambiado el negro -símbolo de lo alternativo y contemporáneo- por una variadísima paleta de tonalidades. Esta transformación externa va emparejada a un cambio de rumbo interior cuya finalidad es la especialización. El teatro infantil, una de las señas de identidad del escenario de la plaza de El Ejido desde sus inicios, copa en esta nueva temporada casi la totalidad de la programación. Antonio Navajas, director del Cánovas, sostiene que la especialización es el nuevo paso a seguir por los espacios escénicos de la ciudad. Y ellos vuelven a romper la primera lanza, otra vez.

¿Por qué el Cánovas ha tomado este nuevo rumbo y qué resultados se esperan?

Málaga se está convirtiendo en una gran ciudad de la cultura y las artes escénicas. Hoy existen muy diversos espacios, grandes, pequeños, de iniciativa privada..., y cuando Esto ocurre, el siguiente paso a seguir, y creo que en este sentido las instituciones públicas deben ser los primeros en darlo, es la especialización. Por eso hemos optado en especializarnos en un programa con el que comenzamos hace más de veinte años, que es el ciclo de teatro, música y danza para niños. Es cierto que teatro para niños puede hacer todo el mundo, pero supone mucha responsabilidad. Puede que el niño acabe odiando el teatro y la música para toda la vida si no se le ofrece de manera óptima y atractiva. Por eso hemos optado por centrarnos en los espectadores del futuro. Pensamos que trabajar los espacios de manera especializada tendrá su recompensa. No de manera inmediata, pero sí a largo plazo.

¿Este cambio viene impuesto por la situación económica o era irremediable?

La especialización era irremediable. Y lo era porque estaban surgiendo muchos espacios. Y cada espacio debe contar con su seña de identidad. Nosotros empezamos a hacer cosas para niños y niñas desde el comienzo, y los demás espacios comenzaron a programar también para el público infantil. Más tarde nos especializamos en el teatro contemporáneo, y los demás teatros también quisieron unirse a esa línea de trabajo. Prácticamente nos copiaban; nos hemos sentido copiados en las líneas de programación y en las propuestas artísticas que traíamos. Así que hemos pensado que es mejor especializarnos en el terreno infantil.

Esta especialización supone un abandono, en este caso hacia el público adulto. ¿No le apena que el Cánovas deje de ser referente en este sentido?

Claro que da pena, pero dentro de este perfil infantil, en la programación también hay propuestas compatibles para todos los públicos. Lo que ocurre es que ahora es muy difícil que se vea así. Sobre todo porque estamos poniendo mucho énfasis en que nos hemos especializado. Es cierto que hay abonados que llevan muchos años con nosotros que nos dicen que es una pena, pero pensamos que lo importante ahora mismo es crecer en número de espectadores. Y por eso también hemos planteado una apuesta revolucionaria de precios. El Abono 30, con entradas a 3 euros, está planteado para que las familias puedan acceder al teatro.

Lo que está claro es que algo había que hacer ante la caída de espectadores.

Claro. Tienes que moverte y poner iniciativas sobre la mesa, aunque eso no signifique que vayas a acertar. Pero yo creo que sí que vamos a acertar.

Se le ve muy optimista.

Es que existen ganas de consumir. La clase media está desapareciendo, lo dice todo el mundo. Pero lo que sí se ha conseguido en estos treinta años de democracia es que mucha gente se sienta consumidor de cultura. Y muchos quieren seguir consumiendo. Lo que pasa es que hoy no puede hacerlo a los precios de antes. Quieren seguir consumiendo, pero a otros precios.

Síntoma de lo que dice es la apertura de nuevos escenarios privados.

Hay interés en consumir. Hay hambre. La industria del libro se está desplomando, cierto, pero a la vez han crecido los préstamos de las bibliotecas.

¿Qué opina de esta proliferación de espacios en Málaga? ¿No son competencia para el Cánovas?

Al contrario. Cuanto más surjan, más creación habrá. Por ejemplo, La Cochera Cabaret hace una labor en aquella zona de la ciudad a la que yo no puedo llegar desde el Cánovas o desde la Sala Gades. Todo suma. Al igual que están haciendo Mainake o Tragasueños. Ahora sí, grave error cometeríamos si no nos especializamos, porque entonces estaríamos ofreciendo todos lo mismo y compitiendo por el mismo público.

Además, el teatro infantil parece que es una demanda en crecimiento...

Andalucía es una potencia en teatro infantil. Por ejemplo, El Espejo Negro es una compañía que nace del cabaret y por el cabaret, con una propuesta muy provocadora. Y después le llega el reconocimiento de toda la profesión cuando hace espectáculos para niños, como es el caso de La vida de un piojo llamado Matías y El fantástico viaje de Jonás el espermatozoide, ambos espectáculos premiados con el Max. ¿Ángel [Calvente] lo hizo porque vio que había un nicho de mercado? Yo creo que no. Creo que tuvo la necesidad, tuvo un hijo, y quería hacer algo en homenaje a su familia. Esto es un misterio, pero la necesidad que tienen los padres de hacer algo con los hijos es importante. Y es un mérito que les quieran llevar a ver una función de teatro.

Los pequeños, además, son unos críticos feroces.

Son mucho más exigentes. Si a un niño no le gusta lo que está viendo no se queda quieto en la butaca. Y posee una sinceridad brutal. Una de las fórmulas que tiene Peter Brook de testar sus espectáculos es llevarlos a las aulas de los colegios para ver si capta la atención de los pequeños.

La formación de público y profesionales es otra de las líneas que se ha reforzado en este nuevo curso.

Es algo natural. Pensamos que nuestra propuesta de formación, de formar sobre todo a las compañías malagueñas, es una de las bases de nuestra labor. Actualmente hay pocas compañías malagueñas que estén sonando fuerte en el panorama a nivel nacional. Creo que El Espejo Negro es la única. Y en Málaga hay mucha creatividad, además de una Escuela de Arte Dramático que forma a estupendos actores y directores. Y eso debería traducirse en una mayor presencia en el panorama nacional.

¿Dónde está el fallo? ¿Por qué no terminan de dar el salto?

En la gestión. Hay muy buenos creadores, pero faltan profesionales de la gestión y la distribución. Por ejemplo, no se puede estrenar una obra y esperar a que después te lleguen las actuaciones: antes de estrenar tienes que tener la gira planteada. El proyecto tiene que ser bueno, eso para empezar, pero también tiene que estar dotado y bien terminado.

¿Y no es muy complicado vender un montaje que aún está por estrenar? ¿Sin saber cómo lo recibirá el público?

Para eso están los avales. ¿Y qué es un aval? Pues un buen texto, un buen autor, buenos intérpretes, buenos músicos... Ésos son los avales de una producción. Además, toda la estructura de un montaje resulta mucho más barato si después de una primera función hay una continuidad. Por eso las compañías que vienen esta temporada están varios días en cartel. Esa es la clave: empezar a hacer funciones desde el principio, lo que también permite reducir los precios de las localidades.

Y rodar los montajes...

Efectivamente. Las compañías que van a mostrar sus propuestas durante varios días también podrán invitar a los programadores para que les contraten. Desde aquí tratamos de inculcar esa filosofía. Respecto a la parte artística, lo que hacemos es poner a estas compañías en contacto con directores y músicos para que perfilen su producción. El objetivo es ayudarles en la parte técnica, la artística y la gestión.