El fotoperiodista norteamericano David Douglas Duncan ha donado al Museo Picasso de Barcelona un conjunto de 163 fotografías relacionadas con su amigo el pintor Pablo Picasso y su entorno, seleccionadas por el propio autor. Una primera selección de este conjunto, un total de 64 imágenes, integran la exposición La donación de David Douglas Duncan, que podrá verse en el museo hasta el 12 de enero de 2014, en las salas de exposiciones temporales. El director del museo, Bernardo Laniado-Romero, explicó ayer que «la incorporación de estas fotografías, realizadas entre 1956 y 1962, enriquece de una manera especial los fondos documentales del museo». Las imágenes, añadió, son «un buen ejemplo de la estrecha relación que mantuvieron el fotógrafo y el artista, y muestran, por un lado, escenas cotidianas de Picasso con su familia, en especial con Jacqueline, su última esposa, y por otro constituyen un testimonio excepcional para documentar los procesos creativos y de trabajo del artista».

Un segundo grupo de la donación, hasta completar las 163 fotografías, se exhibirán en Barcelona en otoño de 2014, y las instantáneas se completarán en la exposición con las pinturas retratadas en las mismas fotos.

Aunque la donación inicial estaba compuesta por 161 instantáneas, Douglas Duncan ha llegado a Barcelona, acompañado por su mujer, Sheila Duncan, con dos fotografías más, «dos magníficos retratos de Picasso a color de gran formato, en una muestra más de su generosidad». subrayó el director. El fotoperiodista norteamericano, sensiblemente emocionado, con una energía extraordinaria para sus 97 años y un sentido del humor agudo, recordó que fue la casualidad que le llevó a la residencia de Picasso en el sur de Francia, La Californie, adonde aterrizó con su coche en una parada de viaje desde Roma hacia Marruecos. Cuando llamó por teléfono a La Californie, le atendió Jacqueline, y Picasso ordenó que viniera inmediatamente. El nexo de unión entre ambos había sido un amigo común, Robert Capa. «La primera foto que hice fue en la primera planta, después de que Jacqueline me acompañara hasta el lavabo, y allí me recibió Picasso en pelotas en la bañera. Era como un niño, totalmente ingenuo, bañándose feliz en la bañera», relató el fotógrafo.

El período inicial de su relación de amistad, el comprendido entre los años 1956 y 1957, supone, según Duncan, un claro ejemplo de la fuerza vital del artista, que gozaba en compañía de sus hijos y del que recuerda, emocionado, las increíbles cenas en la cocina de Picasso. Aunque son diversos los fotógrafos que retrataron a Picasso, la amistad y sintonía de Duncan con el artista malagueño dio como resultado la captación de pequeños espacios de la vida de Picasso con Jacqueline y el seguimiento de sus procesos artísticos, imprescindibles para entender su obra.