La curiosidad corre por las ve­nas de la cineasta Inés París (Valencia, 1962), quien da un paso más en la defensa del protagonis­mo de la mujer en el cine, limitado hasta ahora al papel de conquistar el amor del hombre. La di­rectora y guionista siempre se ha preguntado el por qué de las co­sas. Y casi siempre ha encontrado respuesta. Hija del filósofo Carlos París y nieta del poeta gallego Fer­mín Bouza Brey, Inés París se aden­tra en su último proyecto cinema­tográfico en la realidad de la mu­jer africana. Lo hace con Manza­nas, pollos y quimeras, el docu­mental impulsado a través de la fundación de la exvicepresidenta socialista, María Teresa Fernández de la Vega, Mujeres por África, que contó en su estreno en Madrid con el aplauso de la reina Sofía.

Hija del filósofo Carlos París y nieta del poeta Fermín Bouza Brey, ¿cómo se crece en una casa de intelectuales tan destacados?

Recuerdo que cuando mis amigos venían a casa salían di­ciendo que yo vivía en una biblio­teca. Era un ambiente muy espe­cial, no tanto desde el punto de vista artístico como desde el pun­to de vista de la discusión intelec­tual. También soy hija de mi ma­dre, que murió muy joven en el atentado aún no resuelto del Corona de Aragón.

¡Vaya, lo siento! ¿Sabe que tam­bién es usted familia del presiden­te Mariano Rajoy, el jefe de Cristóbal Montoro, quien parece tener algún problema con el cine español?

Sí,sí que lo sé, pero no creo que Rajoy sepa que tiene un familiar que se dedica al cine.

¿Quiso usted siempre dedicar­se al cine?

Siempre quise ser actriz. Prime­ro estudié Filosofía y luego pre­senté La Cometa Blanca y me me­tí en el teatro independiente.

¿Qué pasó para que se truncase esa carrera de intérprete?

Vi que siendo actriz tenía po­cas posibilidades de llevar las riendas de mi carrera, entre otras cosas, porque esa carrera depen­de mucho de tu aspecto físico.

¡Pero usted es muy mona!

Gracias. El problema es que en España, como en todo el mundo, en el cine y la televisión siguen funcionando los estereotipos de tal forma que solo las mujeres jó­venes y guapas tienen opción a ser protagonistas de las películas.

¡Menudo panorama para las ac­trices de más de 40 años!

En España estamos peleando muchísimo por aumentar el nú-mero de mujeres directoras, guio­nistas y productoras. Está compro­bado que cuando las mujeres es­criben las historias o dirigen a los personajes femeninos son perso­najes más ricos y más complejos. Suelen ser además personajes que protagonizan las historias, al­go que no pasa, desgraciada y ab­surdamente, cuando escriben o dirigen hombres.

¿Quiere decir que en este país la mayor parte de los protagonis­tas de las películas son hombres?

¡El 90 %! Además el pa­pel de la mujer suele ser pasivo y lo único que hace es tratar de conseguir el amor de un hombre. Eso está tan lejos de la realidad que esto por fuerza tiene que cambiar. Hay que crear personajes femeninos muy fuertes, indepen­dientes y que no tengan como único objetivo de sus vidas el lo­grar el amor de un hombre.

¿Personajes como los de «Man­zanas, pollos y quimeras»?

Siempre he intentado que las mujeres de mis historias sean pro­tagonistas, independientes, origi­nales y especiales hasta con sus contradicciones. En este docu­mental lo único que he tenido que hacer es mirar la realidad que, como siempre, es más rica que los estereotipos.

¿Qué estereotipos persiguen a las mujeres africanas que viven en España?

Los españoles no saben cómo son y cuando se atreven a opinar sobre ellas las dibujan como a po­bres desgraciaditas que llegan a España tras sus maridos. ¡Qué gran falsedad! Las mujeres africanas son seres humanos fuertes, inde­pendientes y con un proyecto de vida.

¡Oiga! No a todas las mujeres africanas se les permite ilusionarse con un proyecto vital.

Es cierto, pero víctimas somos todos por el modelo de sociedad que hemos creado y que perpe­túa la crueldad y las injusticias. Es verdad que las mujeres que pre­sento en este documental son víc­timas no sólo de la crisis económi­ca, sino que han sufrido también todo tipo de violencia: la de la guerra, la de la religión y, también, la de ser mujer en un continente en el que, a pesar de ser las que trabajan, están desposeídas hasta de la tierra.

¿Cómo escapan sus protagonis­tas de este infierno?

Con arrojo, con una gran capa­cidad de aprendizaje y un increí­ble sentido del humor.

Así que a pesar de todo, son mujeres optimistas.

Son optimistas, pero ni inge­nuas ni tontas. Ven la realidad y se preguntan cómo llenar la media botella. Lo mejor es que no se rin­den a pesar de haber tenido que dejar todo en su país para huir del infierno.

Sólo tienen su memoria.

Exactamente. Y su mirada. No tienen ni una fotografía de esas que nosotros coleccionamos has­ta de los momentos más absurdos de nuestras vidas. Dese cuenta de que en África, la tradición, la reli­gión y las leyes no se alían precisa­mente con las mujeres.

¡Menos mal que cuentan con Mª Teresa Fernández de la Ve­ga!

Las africanas llaman a María Teresa Fernández de la Vega «ma­má África». ¡Qué injusto es que el haber nacido con un sexo u otro marque tu trayectoria vital y profe­sional! y ¡qué injusto es también que el haber nacido en el hemis­ferio Norte o Sur también te mar­que! La globalización no puede ser un fenómeno exclusivamente bancario. Mientras hallan injusti­cias, la gente querrá marcharse de sus países para buscar una vida mejor. Ese es un derecho de todo ser humano.

Pues no veo a la Unión Euro­pea muy por la labor de ayudar a estos inmigrantes que se juegan la vida para llegar a Europa.

Es una vergüenza. No se anali­za el por qué de este fenómeno y se mira al de fuera como si fuese un enemigo. Estamos perdiendo la empatía olvidando que los pro­blemas de miseria y violencia los hemos creado todos. Si creas el in­fierno, un día te acabarás quemando. Hay que buscar soluciones pa­ra que esta gente no quiera huir de sus países.

¿Qué le dijo la Reina durante el estreno del documental?

Cuando se acabó la Reina me comentó: «¿Pero ya ha terminado?». Me dijo que le había gustado mucho.

¿Sabe que la camboyana So­maly Mam, que lucha contra la prostitución y es amiga de doña Sofía, ha sido acusada de mentir sobre su tortuoso pasado con el fin de obtener subvenciones para su ONG?

No me lo creo. Somaly ha de­senmascarado a las mafias de la prostitución y ahora van a por ella. Hay unas campañas tan bes­tias para difamar a las activistas que hasta que no vea las pruebas contra Somaly no creo a quienes las propagan.

Por cierto, ¿qué opina su padre, Carlos Pa­rís, de su profesión?

Está muy orgulloso. Mi padre presume mucho de tener una hija directora de cine. La verdad es que él era más crítico durante mi época de actriz. Le gusta más lo que hago ahora.