Con tan solo dos películas, Pablo Berger (Bilbao, 1963) se ha convertido en un director de referencia. Inició su carrera en 1988 con el cortometraje Mamá, pero fue tras el estreno de Torremolinos 73 en el Festival de Málaga -donde el filme recibió 4 premios, entre ellos a mejor película y director- cuando su nombre comenzó a sonar con mayor fuerza. Su revisión muda y en blanco y negro del cuento de Blancanieves se convirtió en la película del 2012 y logró nada menos que diez Premios Goya, lo que catapultó su popularidad. El certamen malagueño reconocerá en su próxima edición la personal mirada de Berger con el Premio Eloy de la Iglesia-La Opinión de Málaga.

Este premio se concede a creadores cuya trayectoria se aparta de los cánones establecidos. ¿Se siente así: un poco outsider?

Ha sido una gran sorpresa y me ha alagado muchísimo recibir este premio que lleva el nombre de Eloy de la Iglesia, un director inclasificable y a contracorriente. Juntar mi nombre al de él es un honor. Yo sí que me siento como un director que no va por la autopista. Desde pequeño me ha gustado llevar la contraria. Incluso cuando estoy escribiendo un guión y veo que el espectador va a saber por dónde voy, tomo el camino contrario.

No puede negar que el Festival de Málaga, donde su primer filme, Torremolinos 73, se llevó la Biznaga de Oro, entre otros premios, le ha cogido cariño...

Este premio tiene muchos significados para mí. El primero es que en Málaga rodé gran parte de mi primera película. Luego el Festival fue un gran catalizador para que Torremolinos 73 fuese un éxito. Personal y profesionalmente le debo mucho al Festival de Málaga.

Hablando de éxito. ¿Hay vida después de Blancanieves?

Claro. Lo que no puedo negar es que haya una especie de precipicio. El año 2013 ha sido un año de viajes, de promoción, de recoger premios, de éxito... Después de esa borrachera hay un precipicio, pero yo estoy dispuesto a saltar. El cine tiene que ser riesgo y salto al vacío. Ahora estoy releyendo un par de guiones que escribí antes que Blancanieves y tengo ganas de empezar de nuevo.

¿Lo tendrá más fácil a la hora de levantar su próximo filme?

Todavía no lo sé. Aún no he empezado a tocar las puertas de los productores. Pero sí te puedo contar mi experiencia después de Torremolinos 73, película que vieron 500.000 espectadores, ganó un montón de premios y nominaciones a los Goya..., y tardé ocho año en levantar Blancanieves. Y no lo dugo como una queja sino para hacer ver una realidad. Y tal vez, eso tiene relación con el premio Eloy de la Iglesia, porque iba a contracorriente al plantear una película muda, de gran presupuesto, en blanco y negro, con enanos toreros y dándole una vuelta al mito de Blancanieves. Los productores pensaron que me había vuelto loco. También me ocurrió con Torremolinos 73, que tardé seis años en levantarla al ser una primera película, de época y que mezclaba pornografía y humor. También me decían que jamás se haría. Ese hecho de hacer películas diferentes ha significado una filmografía muy corta en mi carrera. No sé cuánto voy a tardar en hacer la siguiente película, lo que sí sé es que me gusta hacerlas a mi manera. Pero espero que no pasen ocho años. Lo ideal sería hacer una película cada tres años.

A contracorriente sí que ha sido el anuncio de la Lotería de Navidad...

[Risas] Bueno, todo lo contrario. Eso sí que ha sido un anuncio mainstream. La idea era que recordase a esos anuncios de siempre de «vuelvo a casa por Navidad». Me he reído mucho. Mis amigos hacían parodias y me mandaban las que encontraban. En ese sentido ha sido un anuncio que ha unido a España.

¿Qué le parece que el público acuda en masa al cine cuando bajan los precios de las entradas?

Hay que buscar fórmulas para atraer al público a las salas. Curiosamente, ahora se consume más cine que nunca, aunque no en las salas. Una gran parte del público se baja las películas de internet y otra parte lo ve en DVD. Pero la gente está dejando de ir al cine. Ante un problema hay que buscar acciones. Y la rebaja de los precios es una acción. Veremos a corto o medio plazo si este tipo de acciones dan resultado. Además, yo creo que es responsabilidad de todos: de los directores, que debemos hacer buenas películas, y de los espectadores, que deben tener una ética y no pensar que la cultura tiene que ser gratis.

El abucheo a Wert en los Premios José María Forqué fue un claro ejemplo del descontento que vive el mundo del cine.

Está claro. Me gustó mucho lo que dijo Agustín Almodóvar sobre que el cine no necesita mecenas sino un marco legal. No podemos olvidar que el cine, además de arte es industria, y muy poca gente se queda para ver los títulos de crédito finales, en los que aparecen más de 500 personas. Ahora se está produciendo muchísimo menos cine y eso es grave. Y la puntilla ha sido el IVA cultural del 21% y también que la ley Sinde no ha funcionado como se pensaba, con lo que la piratería sigue siendo uno de nuestros grandes problemas. Creo que el Gobierno debe tomar medidas de urgencia porque el cine está pasando por su mayor crisis.