Son las 11.15 horas de una húmeda mañana en la capital malagueña. En la entrada del edificio de la Escuela Oficial de Idiomas de Málaga se encuentra un hombre delgado y alto, de rasgos faciales marcados. Justo al lado, en la cafetería del edificio, está su obra, Voces de la tierra, expuesta gracias a la intervención de una de sus profesoras de español.

Con una amplia sonrisa, este pintor, poeta y crítico responde al nombre de Kizito, concretamente, al de Kizito Ugochukwu Alaoma. Es de Owerre-nkwoji, Nigeria, tiene 45 años, un título de Bellas Artes, una exposición de sus obras en el Museo de Historia Colonial de Lokoja, un primer premio del concurso de escritura Relatos Cortos en el año 2012 y una exposición de su obra, Signos, en cinco bibliotecas malagueñas.

Destaca la elaborada composición de sus pinturas mediante símbolos religiosos, tradicionales y antiguos, además de diferentes letras de Nigeria, China, India o Japón y jeroglíficos de Egipto. «Las voces son sonidos, las voces son opiniones, las voces son ideas, pero sobre todo las voces son para comunicarse», declara Kizito, que utiliza composiciones de diferentes culturas para posibilitar una comunicación entre todos y una unión entre la gente de este mundo.

«Con el arte estoy muy contento», comenta Kizito, que se siente en compromiso con los problemas del mundo, desde catástrofes hasta conflictos políticos. Su principal objetivo es que la gente entienda y respete la cultura de otros lugares y, tal vez así, «tener paz en el mundo mediante la unión de todos los pueblos».

Kizito utiliza la técnica mixta para realizar sus composiciones, a través del uso de materiales cercanos a la naturaleza, como son el grafito, el carbón o el papel.