Son pocos los grupos musicales que han alcanzado un reconocimiento unánime en todo el mundo. Uno de ellos fueron los Beatles, pese a que su trayectoria musical fue bastante más breve que la de otros grupos rivales como los Rolling Stones, que el año pasado se cumplieron 50 años de la salida al mercado de su primera canción, Come On. En los 10 años que el grupo oriundo de Liverpool permaneció unido creó algunas de las canciones más grandes de la historia de la música, como Hey Jude, Yesterday, Help!, A Day in the Life, Here comes the Sun, All You Need is Love, In my Life o Lucy in the Sky with Diamonds, compuestas por Paul McCartney y John Lennon, y acreditadas a Lennon-McCartney.

Durante su trayectoria artística Lennon y McCartney se disputaron la atención del público, hasta que la muerte del líder del grupo el 8 de diciembre de 1980 tiroteado a las puertas de su casa en el edificio Dakota en Nueva York hizo que la balanza se inclinara del lado de Lennon, que siempre temió que moriría trágicamente como su madre. El asesinato de Lennon a manos de Mark David Chapman, un presunto fan desequilibrado, lo convirtió en un mito, aunque él hubiera probablemente preferido alcanzar la inmortalidad no muriéndose.

Lennon tuvo fama de raro y esquinado durante su vida, al menos así es como lo ve el escritor francés David Foenkinos, otrora autor del implacable estreno literario El potencial erótico de mi mujer y, sobre todo, La delicadeza, en la biografía novelada que acaba de publicar Alfaguara, Lennon, en la que deja de lado a propósito al mito y retrata al hombre herido, al animal asustado que todos abandonan: «Me sentía tan frágil, tenía la impresión de que todos se alejarían de mí. Tenía visiones de gente tomando trenes y aviones para alejarse lo más posible de mí. Siempre lamenté eso. Canté muchas veces que no querían que me abandonaran».

Lennon es una novela que uno lee con los dientes apretados esperando el estallido final de las balas (dos le dieron a Lennon en la espalda, mientras que dos más lo hirieron en el hombro izquierdo) sobre el cuerpo del guitarrista, cantante y compositor británico. Y es que Foenkinos destila en sus páginas un perfecto y férreo equilibrio en su empeño por radiografiar las situaciones más escandalosas de su vida (incluido el presunto idilio homosexual con su manager, Brian Epstein) con una delicadeza y una emotividad que seducen y avivan la llama de la empatía como no lo había hecho ningún libro hasta ahora.

Estamos ante la crónica de un amor: el amor fracasado de Lennon por su madre que le abandonó; el amor no correspondido de Lennon por el mundo; el amor culpable de Lennon hacia Stuart, o contra Stuart, el bajista original del entonces quinteto de Liverpool; y, sobre todo, el amor incondicional de Lennon por Yoko Ono: «Yoko es yo. Modificó mi vida a todos los niveles. Me enseñó lo que eran las mujeres. Antes no las veía. Las maltrataba. Dejaba que me sirvieran, como los demás hombres, y es peor todavía cuando se es una estrella. [...] Yoko me educó. Nadie sabe hasta que punto tenemos una relación de maestra a alumno».

Obra

Lennon es, posiblemente, la obra más acabada que se ha escrito sobre el autor de Imagine después de sus propias canciones autobiográficas que revelan, segundo a segundo, su filosofía de vida, pero sin los modos y maneras de Gandhi o Luther King: «Quería ser capaz de mostrar mis genitales en todo momento, para no ser un Gandhi o un Luther King susceptibles de hacerse asesinar».

Foenkinos no ha escrito una biografía: ha escrito una magnífica novela, herida por ausencias y desapariciones, traspasada por frustraciones, acompasada por éxitos y fracasos, en la que conviven las glorias pasadas y los infiernos encontrados. Un Lennon frontal y sin dobleces, resucitando recuerdos en el diván de un psicoanalista.