Jaime Pimentel mira de frente a su obra más famosa y comenta sin dudar: «Sobre todo es Diego, el cenachero de Carretería». Su modelo para la escultura del Cenachero, que el Día de Reyes de 1964 fue inaugurada en la remodelada plaza de la Marina, es un personaje real de su infancia. «En aquella época en todas las casas había chicas de servicio y yo desde el patio interior de mi casa en la calle Carretería escuchaba, que viene Diego, y lo veía con su porte», recuerda.

Cuando el alcalde Francisco García Grana le encargó la escultura de un cenachero, y aunque las primeras propuestas en barro y escayola mostraban a un vendedor de pescados cargado de años, el alcalde le sugirió que fuera un cenachero joven. «Y me acordé de Diego, un recuerdo de mi infancia, fue el principio subliminal».

Para la realización de la famosa obra, el artista, que siempre emplea modelos vivos, llamó a un marengo de Almayate, Manolo el Petaca y aunque reconoce que la escultura tiene la impronta del vendedor de Carretería y del marengo de Almayate, recalca que «sobre todo es Diego, tiene el airecillo de Diego, que no lo conocía».

La escultura del Cenachero que puede verse en el Rectorado es una réplica del original, que desde hace 10 años se encuentra junto a la entrada del aparcamiento en la plaza de la Marina, asomada al Muelle de Heredia. En 1989 ya fue trasladada de la plaza de la Marina al paseo de la Farola. El escultor cuenta que el traslado coincidió en el tiempo con una campaña de prensa que se sacó de la manga la supuesta mala suerte de la obra. ¿La campaña quería evitar la protesta ciudadana por el cambio de sitio con el beneplácito municipal?