Han pasado dos años, el tiempo necesario para que La Cena haga la digestión de su primer lanzamiento discográfico y nos regale una de esas joyas que muchos estoy seguro que pondremos en la lista de las más relucientes que haya dado la música española en 2014. Al tiempo. Miguel Mérida, el líder de esta formación malagueña enamorada por el pop en mayúscula -dígase The Birds, por supuesto The Beatles, o The Who-, no oculta su alegría por tanto entusiasmo «antes de que el árbitro pite el inicio del partido».

Y es que hasta mañana no sale a la venta Canciones para nadie. Pero todos los que hemos tenido la suerte de deleitarnos con los 11 temazos que componen este compacto sabemos que ese «nadie» es como el farol del que sale al terreno de juego con una magnífica mano de cartas. «Estamos sorprendidos por la enorme expectación que ha creado este regreso, después de dos años sin editar ningún tema», explica el propio Mérida, vocalista y encargado de aliñar guitarras eléctricas y acústicas con teclados y samplers.

Grabar en Coín, en La Buhardilla Estudios y Loasur, durante todo un año, es uno de los secretos mejor guardados por la banda. Con independencia de que a los mandos haya estado uno de los «dueños del balón» que jugaba en campo propio, Manuel Torres, acompañado en todo momento por Miguel Lomeña, La Cena ha encontrado el equilibrio perfecto entre atemporalidad y firmeza. «Sonamos con más fuerza, con más agresividad en las bases, pero a la vez el disco es más compacto. Nos ha costado muchísimo elegir un single en el que todos estuviésemos de acuerdo, algo distinto a lo que ocurrió con anterioridad en Historia al revés», cotinúa Mérida.

No da la razón a quienes hayamos podido encontrar en Continuar a una pieza tan magistral como la que da título al álbum y que finalmente ha sido la elegida, con videoclip incluido -disponible también desde mañana-, a modo de carta de presentación para ese 11 titular del que hablábamos. De momento, el grupo está inmerso en una frenética sucesión de ensayos para pulir su puesta en directo. Son conscientes de lo mucho que se juegan, también en casa, cuando durante el segundo fin de semana de julio suban al escenario del Estadio de Atletismo Ciudad de Málaga como una de las apuestas malagueñas del cartel iniciático del 101 Sun Festival. «Tenemos en agenda muchos más bolos, pero se darán a conocer una vez que ya el disco empiece a rodar», agregan.

La formación, tras estos dos años de reflexión y espera para regresar a la carretera, ha experimentado cambios significativos. Ya no está Álvaro, que ha vuelto a la alineación de Fila India para repetir éxitos pretéritos -también serán protagonistas del citado festival malagueño-, y el reseñado Manuel Torres ha pasado de mánager a ser productor y uno más del grupo. Asimismo se encarga de afilar la eléctrica y de hacer los coros otro músico de dilatada trayectoria como es Diego Altamirano -exintegrante de El País Musicano-. Y la firme base rítmica presenta a John Cárdenas como bajista y a Daniel Guzmán a la batería.

En Canciones para nadie encontrarás acordes propios de las mejores melodías británicas, a la vez que ciertos sonidos te conducirán a territorios norteamericanos. Porque estos cuidados textos en castellano emanan de la pasión por la banda por aquellos nombres pluscuamperfectos de los sesenta y setenta, de los que bebieron muchas de las grandes formaciones independientes que arrasaron en los noventa. «Somos optimistas a pesar del título, porque consideramos que no son buenos tiempos para la música y al mismo tiempo tenemos fe en nuestro trabajo».

Mérida reconoce que el secreto de la música de La Cena está en la simplicidad de sus composiciones. Aunque suenen multitud de arreglos, con cuerdas y vientos que ojalá pudiesen llevarse al directo, «queríamos hacer canciones con melodías, sencillas en el fondo. Y la clave ha sido sobre todo el tiempo para pulirlas. Esta vez no hemos ido a grabar a Madrid. Nos hemos quedado en Málaga, en Coín, y nos hemos tomado el tiempo necesario», agrega.

Cuando además confiesan que La Buhardilla está ubicada en un caserón antiguo del Valle del Guadalhorce, donde el fuego no ha sido una metáfora para poder cocer a fuego lento canciones de las que vienen para aspirar a convertirse en clásicos, es mucho más fácil entender que La Cena no es ni mucho menos recalentada (como la del inmortal Germán Coppini).

«Hemos elaborado el disco en un ambiente casi familiar, cuidando hasta el último detalle, así como los arreglos. Sin presión, buscando mejorar lo que habíamos hecho. Y aunque teníamos el reto de superar lo anterior, todo ha surgido de una manera muy natural. Lo llaman Canciones para nadie. Pero no se engañen. En pocos días seremos miles los que cantemos las excelencias de este disco.