­¿Cuándo y cómo comienza usted en el difícil arte de la escritura?

De joven, claro. En mi casa siempre ha habido muchos libros, aunque realmente no fue hasta la adolescencia cuando comencé a devorar literatura y me dije que eso era lo que quería hacer. Desde entonces he estado escribiendo.

¿Qué nos podría contar de Grietas?

La novela aborda algunas cuestiones que, por ser de índole personal, suelen tratarse como asuntos íntimos: la paternidad, el amor o la enfermedad, pero que a mi modo de ver no se pueden entender sin el contexto social en que se desarrollan. La novela parte del convencimiento de que lo íntimo no existe. Como decían las feministas, lo personal es político.

¿Cuál fue la primera chispa que surgió en su mente para comenzar una novela que mezcla un tema tan político como el 15-M con una enfermedad como la anorexia?

Justamente de todo eso. La idea matriz se encuentra en la cita que encabeza la novela, sacada de La bestia humana, de Zola: «Esas grietas que a veces sentimos en nuestro yo, que nos arrastran y contra las que luchamos a través, precisamente, de nuestro comportamiento social». En ese sentido, para mí la anorexia es una enfermedad paradigmática: se da el cuerpo de las mujeres, en esencia occidentales, y esto ya arroja muchas pistas. Yo diría que no puede entenderse desde lo meramente íntimo, sino más bien desde nuestro entorno, que da la casualidad de que es capitalista y patriarcal. La protagonista de la novela, Lucía, comienza a superar su anorexia cuando lo entiende así: su problema personal solo puede curarse desde la composición colectiva, el 15-M, en este caso.

Tengo entendido que es un gran activista de este movimiento. ¿Cuál ha sido su participación?

La misma que la de tantas y tantos otros. Participé en Democracia Real Ya y ahora seguimos con iniciativas que provienen de aquella onda expansiva: Málaga Despierta, donde se dan cita las mareas, la PAH, etc.

Se acaban de cumplir tres años del 15-M. ¿Cómo ha visto la evolución?

EL 15-M fue la manera que la ciudadanía tuvo de escapar al discurso hegemónico, fue la construcción de un lenguaje propio, no capturable, que se fugó ante los bochornosos intentos de definirlo. Fue toda una explosión de la subjetividad social, la caída de mitos y tabúes hasta entonces incuestionables, como el de que el sistema democrático español era el mejor de los posibles.

¿Cree que las editoriales españolas deberían apostar más por los escritores noveles o las circunstancias actuales se lo impiden?

Creo que deberían apostar más y que las circunstancias actuales se lo impiden.

¿Qué personaje fue más difícil de perfilar a la hora de escribir el libro?

Ninguno de los dos principales me resultó fácil: el narrador debe adoptar un bebé, y Lucía es una mujer joven que sufre anorexia. Son experiencias ajenas a mí, que me supusieron mucha observación, entrevistas y documentación, sobre todo para huir de la visión estereotipada de la anorexia.

Una enfermedad en un contexto de crisis, amor, ocultamiento. ¿Qué es lo que quiere realmente transmitir al lector con su novela?

Mirar hacia uno mismo solo sirve si es para derribar lo que nos impide componernos con los demás.

Imagino que la llamada en la que le comunican que su libro es el ganador del Premio Lengua de Trapo fue una gran noticia. ¿Cómo vivió ese momento?

No terminaba de creérmelo. Me habían llamado casi al mismo tiempo de otro premio de menor importancia, al que renuncié, así que aluciné de verdad. Estoy muy agradecido.

¿Qué ha supuesto para usted ganar este premio?

Imagínate: un desconocido absoluto, prácticamente inédito...

¿Cuál es su visión sobre la cultura en Málaga?,¿crees que artistas, escritores y músicos tienen el apoyo que se necesitan?

Por algún extraño motivo que a mí se me escapa, a especular con un barrio, como el llamado Soho, a invertir millones en museos fantasma, como el de las gemas, a dar dinero a gestores más que cuestionables, como ocurre en el CAC o a montar escaparates como el del Thyssen, lo llaman cultura.

«Iba a dejar de escribir, veía el coto editorial inaccesible»

­En menos de un año Santiago ha hecho realidad su sueño. Su novela ha sido publicada y ha conseguido uno de los galardones más importantes del país. Este activista del 15-M y miembro de La Casa Invisible ha participado en la Feria del Libro de Málaga, firmando ejemplares. Algo que hace unos meses para Santiago era inpensable.

¿Cómo ha sido la experiencia en la Feria del Libro de Málaga con la firma de ejemplares?

La novela acababa de salir esa misma semana, así que fue un acto más entre amigos que otra cosa.

¿Cuál es su opinión sobre esta cita con el libro en la ciudad?

Es un evento que tiene que ver sobre todo con el mercado del libro, y por ende acaba rozando a la literatura, lo que siempre es bienvenido.

¿Cuál es su papel en La Casa Invisible?

Precisamente es un lugar de agregación social, política y cultural, que es lo que necesita Málaga, y ante la desidia de las Administraciones ha sido la propia ciudadanía la que la ha puesto en marcha. Formo parte de su asamblea de gestión, sobre todo en el área formativa.

¿Cuáles son sus proyectos de futuro?

En el último año no me había planteado volver a escribir, veía el coto editorial inaccesible. Ahora después de todo esto no tengo excusa, así que ya hay en mi ordenador una nueva carpeta.

@pepalopezmlg