En la Sala Joaquín Eléjar, que gestiona el Colectivo Cultural Maynake, en la calle San Juan Bosco, tuvo lugar el estreno de Los inocentes, de Pablo Bujalance. La compañía Teatro de la Orilla, o lo que es lo mismo Mel Rocher, ha puesto en pie el proyecto de esta obra que huele a teatro de verdad.

La historia es la de un escritor enfermo terminal, una gloria de las letras, que se ve asistido por una joven delincuente que paga su pena sustituyéndola por trabajos en beneficio de la comunidad. El contraste entre edades y mundos culturales está servido. Pero, probablemente, esto es sólo una excusa con la que se nos engaña, porque el fondo de la historia nos conduce al enfrentamiento de cada uno consigo mismo. Cuando con los años la experiencia despierta el sentido de la liberación, sólo entonces se comienza a penetrar en la propia conciencia. Y el personaje principal, el divo de las letras, ha vivido mucho, pero el resentimiento le impide verse y rectificar; hasta que se ve obligado a definirse frente a una joven que le obliga a cuestionarse todo sobre su experiencia vital. Probablemente, esto sería suficiente como planteamiento, pero aún hay una trama casi policial que conduce con engaños, amenizando con anécdotas el verdadero conflicto, el desarrollo dramático.

Así, el autor nos ofrece un retrato espléndido disfrazado de thriller psicológico. Este nuevo texto dramático de Pablo Bujalance es probablemente el mejor, no porque sea el nuevo sino por la representación de los caracteres. Aunque son dos y antagonistas, básicamente se trata de un monólogo que se apoya en un segundo personaje, pero la tomografía axial del escritor va mostrándose progresivamente con el propio desarrollo del drama y evolucionando, desechando impostura, simplificando lo postizo hasta quedar transparente y sincero consigo mismo.

El trabajo de Mel Rocher en el personaje principal es soberbio. No sólo por la composición física de un enfermo de cáncer en su última fase, no sólo por la pulcritud a la hora de reproducir los síntomas y dolencias, por el cinismo, carácter y perfil en una circunstancia tan concreta. Es por la humanidad, el temperamento con que personaliza al personaje. Es por un lado los momentos privados convertidos en miradas, y por otro la representación pública que se manifiesta en ademanes y posturas. Es la riqueza interpretativa que permite creer que lo que ocurre nos es tan cercano como para reconocer en ese personaje, salvando las distancias, algo de nuestra propia intimidad.

Los inocentes | Sala Joaquín Eléjar

Compañía: Teatro de la Orilla. Dirección: Marina Devesa. Autor: Pablo Bujalance. Intérpretes: Mel Rocher, Andrea Vargas.