Manuel Gutiérrez Aragón dirigirá la nueva escuela de televisión del centro cultural La Térmica, en Málaga, donde quince alumnos aprenderán los secretos de la narrativa, el guión y la producción, en una iniciativa en la que colabora la Sociedad General de Autores (SGAE). La Térmica TV recibirá a profesionales de las series nacionales que durante ocho meses instruirán a los alumnos de manera teórica y práctica sobre cómo contar historias en la televisión, y el trabajo final será la redacción por grupos de un episodio piloto de 50 minutos de duración. Otra forma de contar historias y, ojo, también de emplearse: la formación en televisión en general es ahora un importante nicho de empleo, ya que la audiencia de la ficción televisiva es bastante elevada en España, y «se crean y se consumen muchos contenidos», dice el director de películas clásicas del cine español como Maravillas.

¿Qué elementos debe reunir una televisión para ser una televisión de calidad?

Una televisión pública ante todo tiene que entretener e informar. La tendencia ahora en el periodismo televisivo es tratar temas pequeños y locales o grandes e internacionales. Una televisión responsable no puede hacer esos programas horribles de cotilleo.

¿Y qué ve usted a diario?

La programación de La 2 sigue siendo buena. No tenemos una televisión peor que en otros países; parece que aquí es horrible porque es la que conocemos, pero la televisión norteamericana no es mejor que la que se hace aquí en España.

¿Cuándo cree que los españoles se decantarán por los largometrajes españoles?

Eso ha llegado a ocurrir. Yo pienso que durante la Transición se vivieron buenos años de encuentro entre el público y el cine español. Pero, desgraciadamente, a la gente ya no le interesa tanto el cine [el propio Gutiérrez Aragón lleva años retirado del cine: su última película, Todos estamos invitados, es de 2008]. No nos olvidemos que ahora las series españolas están viviendo su mejor momento. Ha caído el cine en sala, ¡qué le vamos a hacer! Las cosas han cambiado...

¿En qué sentido?

Antes era el cine el que entretenía, ahora son las series de televisión. Evidentemente, la tele no tiene el glamour del cine: la puesta en escena, la belleza de las imágenes...; en las series, en cambio, prima algo más urgente, las conversaciones son más laxas, por ejemplo.

Usted está íntimamente ligado al cine pero también a la literatura. ¿Con cuál de ello se queda?

Unos ratos me quedaría con la literatura y otros con el cine [risas]. En los dos tienes que contar historias. Sin embargo, el cine te sale muy caro, mientras que en la escritura puedes rehacer a tu antojo. ¡Y es gratis! Eso sí, una de las cosas que más echo de menos es el trabajo y roce diario con los actores.

¿Cuándo volverá a rodar?

Pues por el momento no tengo nada pensado. Creo que la manera de hacer cine ha cambiado y a mí ahora no me apetece.

¿Qué le supone una tarea más ardua, redactar un guión de cine o el borrador de una novela?

Yo creo que es más difícil escribir para el cine porque tienes que mantener la atención de la gente constantemente. Ya se sabe, en el cine los minutos son dinero...

Una curiosidad: ¿se arrepiente o se arrepintió en algún momento de su vida de no haber tomado el camino del Periodismo?

Afortunadamente, la Universidad de Periodismo estaba cerrada para mí ese año. He ejercido como escritor y como director cuando he querido. Sin duda, el cine es adictivo. Además, dentro del mundo cinematográfico hay muchos ocupaciones bonitas como ser montador o técnico.