Dijo Juanma Bajo Ulloa en la fiesta de presentación de Rey Gitano, cerveza en mano, que «primero se iban a gastar el dinero en una buena fiesta», y si luego no quedaba para hacer la película «a nadie le iba a importar realmente». Fue allá por marzo. Al final no se bebieron todo el presupuesto y se encuentran en Málaga para rodar la última etapa de su nuevo filme. El director vasco busca volver a la comedia más gamberra y pegar un taquillazo como lo hizo en su día con Airbag. Persiguiendo las huellas perdidas de esta película de culto, que zarandeó las salas de cine hace ya más de una década, Rey Gitano ha llegado a Málaga. Lo hace de forma patriarcal, con el trabajo ya casi hecho. Después de pasar por Vitoria y la Rioja, el rodaje pondrá punto y final en Málaga. Ciudad natal del productor de la película, Dylan Moreno. A las 9.00 de la mañana, la explanada colindante del Palacio de Congresos y Ferias ya estaba convertida en un set de rodaje. Todo salpicado de un elenco de actores reconocidos. Figuran en el reparto Rosa María Sardá, Arturo Valls, María León, Charo López, Pilar Bardem y Albert Pla. «Los primeros días estamos grabando exteriores, antes de pasar al interior del Palacio y a los pasillos de la Térmica», explicó el productor malagueño. Parecía el montaje un caos perfectamente organizado. Como un cuarto juvenil desordenado. Ahí había mujeres y hombres en pantalón corto y con arneses, como para empezar a escalar los Montes de Málaga. Cada movimiento encajaba como relojería fina. Hubo que colocar pantallas para la luz, focos en su justo ángulo y mover las costosas cámaras de un sitio para otro. Y toldos para generar sombra. Pues discurrió el primer día del rodaje en Málaga bajo un sol que se escondía tras unas nubes melosas que en estos lares multiplican su efecto térmico. Amenazó con derretir los circuitos cerrados de las cámaras y de las cabezas: «Qué calor hace en Málaga» fue la exclamación más repetida. Más por realidad que por originalidad se escuchará de nuevo de aquí al 13 de septiembre. No prometen clemencia las previsiones meteorológicas.

Realidad

Va a ser ésta una película que quiere fundirse con la realidad ideológica del país, irremediablemente dividido en dos. Para ello cuenta con Karra Elejalde y Manuel Manquiña, que interpretan a una pareja de detectives fracasados que tendrán la mala suerte de cruzarse por su camino de lágrimas con Arturo Valls. El caluroso vestuario hizo que ayer rezumaran sudor por todos los poros. Actuar ante la cámara puede ser como bajar a una mina. Abutifarrados bajo pelucas, camisas y americanas los actores respondían a las órdenes de Bajo Ulloa. «Silencio, que vamos a rodar», se pedía. Empezaba el intercambio de diálogos. Nunca más de medio minuto para una nueva pieza del puzzle. Se necesitan muchos profesionales para grabar un simple pestañeo de Arturo Valls.