­La exdirectora del Archivo Municipal de Málaga y colaboradora de La Opinión, Mari Pepa Lara, recuerda en su reciente libro Historia del cine en Málaga 1929-2013: «Los cineclubes tuvieron un auge enorme porque se podían ver películas que no se veían en ninguna otra parte: películas europeas, en versión original, con subtítulos... y sin subtítulos. Una vez vi un ciclo de películas en japonés, sin subtítulos, de Mizoguchi. El primer día llegó Miguel Alcobendas, lo presentó y ya está». Uno de los muchos hechos que demuestran que Alcobendas participó en la punta de lanza cultural de nuestra ciudad cuando ningún político había dado con la expresión turismo cultural. El realizador y gestor cultural madrileño afincado en Málaga -desde el lejano año 1967- falleció ayer en Torremolinos a los 74 años.

Alcobendas será recordado por su inquietud: fundó Estudio 68, Teatro de Cámara y Ensayo; la revista Jábega, el altavoz cultural de la Diputación Provincial de Málaga -institución en la que trabajó como director de Exposiciones y máximo responsable del Servicio de Publicaciones- y diversas citas cinematográficas, como la Semana de Cine Educativo de Málaga. Pero, sobre todo, su vida será celebrada por un puñado de cortometrajes documentales muy celebrados en su época, como Camelamos Naquerar (1976), que expone sin tapujos la represión y marginación que la sociedad española infligió sobre los gitanos del país, y Málaga y Picasso, realizado poco después de la muerte del genio y que supone, por tanto, una de las primeras obras cinematográficas sobre el hijo pródigo realizadas en su propia tierra. Por cierto, Alcobendas acudió a Mougins, al entierro de Pablo Picasso, y solía recordar cómo las flores de condolencias que él llevó «fueron las únicas» que la viuda del pintor, Jacqueline Roque, «aceptó excepcionalmente para acompañar los restos» del malagueño.

Nunca filmó un largometraje -siempre quiso rodar uno sobre la infancia de Picasso- pero la impronta de Miguel Alcobendas en la cultura malagueña -desde la poesía hasta el cine, pasando por la radio- es indeleble.