Gran parte de la fascinación por Pablo Ruiz Picasso proviene del hecho de que su vida y su obra suponen un cosmos inabarcable; se agradece que en un mundo y un momento como los actuales, con la información circulando a borbotones, haya una persona, un personaje cuyo misterio nunca termine de ser desmadejado. Estos días y hasta enero, la Galería Gagosian de Nueva York expone Picasso y la cámara, un stock artístico que incluye fotografías y vídeos tomados por el artista y nunca vistos hasta la fecha. Forman parte del archivo del nieto del malagueño y mecenas del Museo Picasso Málaga, Bernard Ruiz-Picasso, quien entregó una cantidad ingente de material a John Richardson, amigo personal y uno de los grandes biógrafos del firmante de Las señoritas de Aviñón.

«Son cientos y cientos de fotos que nunca han sido vistas. Son una revelación, fascinantes cuando las comparas con ciertas obras o hechos de la vida de Picasso. Estas fotos tridimensionalizan al pintor», declaró Richardon al diario The Observer. Pero, ¿qué hay exactamente en este archivo tan grandioso? Aparte de la cotidianidad del genio, bien documentada -aunque son particularmente expresivas algunas de las instantáneas del malagueño con sus perros-, llama la atención la aparición de vídeos caseros, como uno en que Olga Khokhlova deshoja una margarita murmurando «me quiere, no me quiere» -lo cual redimensiona las futuras palabras de la mujer: «Soy Olga Khokhlova. Soporté al genio con cariño durante más de 12 años. Fui legalmente su primera esposa y como a casi todas, me abandonó»-. En realidad, Richardson asegura que las piezas que le han sido legadas relatan, por ejemplo, la evolución del tormentoso romance entre Picasso y su primera mujer: «En uno de los retratos fotográficos que tomó Picasso de Olga, se ve la puerta del estudio abierta, mostrándose desde lejos un busto de la amante del pintor, Marie-Thérèse Walter», la mujer que sucedería a la exbailarina en el corazón del malagueño.

Éste es sólo uno de los múltiples ejemplos que la exposición de la Gagosian ofrece, centrada en demostrar cómo Pablo Picasso usaba la fotografía no sólo como una fuente de inspiración sino como «una parte integral de su práctica en el estudio». Pero la herencia fotográfica de Bernard Ruiz-Picasso podría ir mucho más allá. Dice Richardson: «Soy muy cercano a Bernard, el único nieto legítimo de Picasso. El que me haya brindado este material es el resultado de muchas conversaciones entre nosotros. Él, que es un apasionado de la fotografía, e contó que tenía, literalmente, centenares de fotos inéditas y que quería que fueran disponibles para el público». Instantáneas que, al final, son piezas de un puzzle infinito, el que compone la insondable existencia y personalidad de un genio malagueño del que, afortunadamente, siempre descubrimos algo.