Desde la estación Martín Carpena partió este miércoles por la noche 500 noches para una crisis, la nueva gira de Joaquín Sabina, idolatrado por un pabellón repleto de admiradores y querido por una ciudad, Málaga, en la que dibujó los primeros trazos de su carrera.

Sin asomo de miedo escénico y con muchas ganas de pasar una gran velada se presentó el jienense ante los malagueños con la maquinaria de su nuevo tour -dedicado a la celebración de los 15 años de 19 días y 500 noches, el disco más celebrado de su trayectoria- bien engrasada.

El autor de Y nos dieron las diez, que llevaba un lustro sin saltar a los ruedos -a excepción de los cuatro conciertos que protagonizó en diciembre en Madrid y Barcelona- realizó un repaso por sus clásicos más insignes (Pastillas para no soñar, Contigo, Princesa...) y demostró, una vez más, su gran carisma.

«No es casualidad que haya empezado en Málaga esta gira, que al principio queríamos que fuera pequeña, pero que ha ido creciendo gracias a vosotros. Aquí, en un lugar llamado Zambra, en Pedregalejo, donde creamos una sucursal de la Mandrágora, fuimos felices, aún siendo tan jóvenes e indocumentados», dijo al inicio del espectáculo.

El concierto se producía tan solo 24 horas después de la salida al mercado de su DVD grabado en directo en el Estadio Luna Park de la ciudad de Buenos Aires (Argentina) en octubre del pasado año. El sábado le esperan en Granada y después en Sevilla. Durante marzo y abril, Sabina realizará varios conciertos por España y en mayo y junio seguirá su gira en México, Colombia y Ecuador, donde cerrará definitivamente esta celebración. Quien diga que a Sabina le queda poca mecha es que no sabe nada de Sabina.