II Concurso de Jóvenes Talentos AndalucesAuditorio Edgar Neville

Solistas: Diana Muela Mora, flauta; Moisés Jiménez Medina, oboe y José Andrés Fernández Camacho, clarinete. Dirección musical: Salvador Vázquez.

Suponemos que también les asalta la misma emoción de quien les escribe cuando sube al escenario un joven solista con toda una senda por delante. No se trata tanto de un capricho personal sino de la feliz consecuencia de un sistema de enseñanza que hoy tiene más de heroico que de institucional. Frente a las estadísticas y las grandes cifras de la administración, el talento depende de dos factores claves: el instrumentista y la entrega dada por tantos docentes y músicos profesionales, anteponiendo la dedicación personal a la religiosa retribución. Pues bien, el escenario del Edgar Neville revivió ese espíritu en la segunda edición del Concurso de Jóvenes Talentos Musicales Andaluces. Nuevamente, lo escuchado en el recital volvió a mostrar esta realidad.

Gracias al esfuerzo de la OFM, donde se incluyen su gerencia y los propios profesores del conjunto, y del coordinador del concurso, Fernando Anaya, y su destacada dedicación, disfrutamos de una final de especial nivel que vino a revalidar la lúcida edición pasada, a pesar de la tristísima ausencia de representación institucional. De alguna forma afean el trabajo de la organización, pero, sobre todo, destaca la escasa altura donde nos movemos hoy en esta ciudad.

La flauta de Diana Muela, el oboe de Moisés Jiménez y finalmente el clarinetista José Andrés Fernández fueron los tres instrumentistas que llegaron hasta la final de este concurso. En juego, dos premios del jurado y uno del público organizado por la Asociación de Amigos de la OFM. Obras de Nielsen y Martinu compusieron el programa para esta última calificación con la Filarmónica también sobre el Neville. Siglo veinte, ya de por sí polémico, con tres páginas concertantes en los atriles para dos escuelas cada vez más presentes dentro del repertorio.

Diana Muela optó por el Concierto para flauta y orquesta de C. Nielsen, segunda de las incursiones del compositor danés en la forma concertante y primera dentro de un ambicioso programa de cinco conciertos que iban a tener como dedicatarios el Quinteto de viento de Copenhague. Finalmente, Nielsen tan sólo completó dos de estos conciertos, suficientes para demostrar su particular teoría en la que abordar características psicológicas encarnadas tanto por el solista como en los instrumentos a los que da protagonismo. Muela realizó una lectura técnicamente intachable lo que le restó frescura a la emisión; no obstante, el tema lírico del segundo movimiento y la doble cadencia merecieron por sí solas toda la interpretación.

Mucho más cercano para el oyente por su factura clásica resultó el Concierto para oboe y pequeña orquesta de Martinu, otro de esos músicos que poco a poco ganan espacio y reconocimiento por parte del público. Moisés Jiménez, segundo premio del concurso, aprovecharía la ocasión para descubrir una versión personal que supo llenar de matices. La dinámica desarrollada por el jienense deambulaba entre la concreción técnica y una emisión plagada de colores, como así permite la página. Destacar el movimiento final, ejercicio de precisión tanto de Jiménez como de la atenta batuta del maestro Salvador Vázquez.

El malagueño José Andrés Fernández se alzó con dos de los tres premios en juego: el primer premio, que va a abrirle los escenarios de las cuatro orquestas andaluzas, pero también se hizo merecedor del galardón otorgado por el público. Su glosado del último de los conciertos escritos por Nielsen, el Concierto para clarinete y orquesta, fue el más personal y el menos vinculado al pautado que muestra seguridad y apoya notablemente la libertad artística del solista. Articulado en un solo movimiento, Nielsen dota nuevamente al intérprete de rasgos personales sin restar protagonismo al conjunto, al que opta por reducir en comparación a su homólogo para flauta ganando intimidad y sentido camerístico. Sobresaliente lectura del clarinetista malagueño, que une a su incuestionable valía como intérprete el compromiso verbalizado tras la entrega de los galardones: una ciudad con cultura es una ciudad rica. Tomen buena nota de ello los ausentes del concierto.