Es la comidilla de los medios británicos de la Costa del Sol. El londinense residente en el valle del Guadalhorce Michael Shurman asegura: «Soy el verdadero Banksy. En realidad, debería decir que yo creé el concepto de Banksy y me lo arrebataron». Lo ha dicho Shurman a The Olive Press y Euroweekly News, que han publicado sendos reportajes sobre este inglés, que vive solo en un pequeño refugio alquilado cerca de Coín mientras el auténtico Banksy es una cotizada firma y una de las grandes leyendas de la creación contemporánea.

La identidad de Banksy no ha sido revelada pero todos han oído hablar de él, el más cotizado y controvertido practicante del street art, que atraviesa todo el planeta dejando en las paredes sus irónicos stencils y grafitis. Shurman no dice ser Banksy pero sí haber trabajado sus conceptos previamente; por ejemplo, asegura que él fue quien pintó primero las cabezas de alienígenas en lugares estratégicos de Bristol y Glastonburgy, allá por 2004, antes de que Banksy las convirtiera en sus grandes iconos. Dos años después, regresó a esas ciudades y vio que sus obras habían sido cubiertas por nuevas obras «pero en el mismo estilo en que había creado las anteriores». Y entonces, Shurman intentó entrar en el mundo del arte pero sólo se encontró con las puertas cerradas a cal y canto: «No me han dejado exhibir mi obra en ninguna galería de arte, en ninguna feria; también determinados círculos de poder artístico le han alejado de la prensa, asegura.

Damien Hirst

Entonces, ¿quién le robó al artista londinense el concepto de grafitero anónimo? Michael Shurman apunta alto, muy alto: «Artistas británicos poderosos como Damien Hirst o Tracey Emin están detrás de esto... Porque Banksy no es un hombre, sino un grupo de personas controlados por un hombre, un hombre que robó mis ideas en 2004». Y ese hombre, dice Shurman, es Hirst: «Él estuvo en Goldsmiths -el centro de arte en el que estudió el londinense- después de mí. Robó mis ideas y ha conseguido que su equipo haga stencils para él. Es muy listo. Me echaron de la escena artística porque a mí no me interesaban los aspectos económicos de la creación. En realidad, eso es lo que significa Banksy: es la palabra que utilizan para hacer dinero -bank en inglés es banco-», asegura Shurman.

El londinense se ha hartado: «Me he mordido la lengua durante demasiado tiempo». Así que ahora, según The Olive Press, ha contratado los servicios de un bufete de Marbella para sacar a la luz «la gran mentira, la gran estafa del arte de nuestros días». Porque, como él mismo asegura, «si Banksy existe, ¡ése soy yo!».