Y el rey de la salsa se coronó en Málaga. En la última parada en España antes de continuar su gira por Europa, Marc Anthony se hizo con el favor de las 12.000 personas que anoche abarrotaron el Auditorio del Cortijo de Torres -de hecho, la organización intentó hace semanas infructuosamente trasladar la velada al Estadio de Atletismo para ampliar el aforo- en una de las citas más esperadas del verano musical malagueño. El cantante neoyorquino salió al escenario a las 22.20, y al primer acorde hizo suyo a un público expectante que se lanzó de lleno nada más escuchar las primeras palabras de uno de sus temas más conocidos, Valió la pena. Fue el primer tema de una noche que no decayó y que dio para mucho baile y diversión.

Al escenario salió el artista de origen puertorriqueño con sus sempiternas gafas de sol, vaqueros y chaqueta gris y con ganas de hacer disfrutar a su gente. Y acompañado de un montaje, plagado de luz y color y con unos músicos de nivel, digno de una estrella de su categoría, que sabe bien lo que es vender millones de discos a lo largo y ancho de todo el mundo y ser un ídolo indiscutible para el público latino y también para el que no lo es. Tanto es así que hasta Hillary Clinton, candidata a las primarias demócratas de EEUU, ha incluido su canción Vivir mi vida en su lista de canciones de campaña. Tras Valió la pena, Y hubo alguien y... Un inoportuno corte de sonido interrumpió el concierto durante unos cinco minutos. Ningún problema para Marc Anthony, que dedicó el silencio a ganarse al personal -«Me siento como en casa», dijo-; hasta bajó al foso para darle un beso a una chica que le regaló una pulsera. Una estrella.

Y volvió el sonido con el tercer tema, Hasta ayer. Luego, más temas conocidos del cantante, que no dudó en regalar a sus seguidores canciones como Flor pálida, Y ahora quién o Qué precio tiene el cielo, sin olvidar los ritmos más lentos y las baladas que también le son tan características.

Marc Anthony, que comenzó esta gira Cambio de Piel World Tour el año pasado en México y que tiene conciertos cerrados hasta octubre de este año, cuando llegará a Texas, se mueve bien en el directo. Sabe cómo involucrar a su público, heterogéneo, mezclado, con el que interactúa, al que anima a bailar, cosa fácil gracias a sus ritmos salseros y latinos, y demostró que la veteranía sí es un grado para saber moverse sobre el escenario, iluminado por miles de vatios y con grandes pantallas para que nadie perdiera ningún detalle. La prueba es que sus recitales se cuentan por carteles de no hay billetes: esta semana logró meter a más de 22.000 seguidores en el Estado Vicente Calderón (Madrid), algo que no está al alcance de muchos.

A sus 46 años, el cantante nacido en la Gran Manzana como Marco Antonio Muñiz acumula una intensa trayectoria que lo ha convertido en el representante más conocido de los ritmos latinos en el mundo anglosajón. Sus orígenes boricuas siempre han estado presente en su música y frente a otros latinos nacidos en Estados Unidos que han optado por el inglés como su lengua artística Marc Anthony ha querido y sabido defender su música en castellano, incluso recuperando y llevando a otros públicos clásicos como Y cómo es él, de José Luis Perales, una canción que no faltó tampoco. Como tampoco faltó Vivir mi vida, que coincidió con la fugaz lluvia que regó la madrugada y que llevó a la histeria a los fans.

Fue, sin duda, una velada latina por excelencia, preludio oficioso de otra gran cita con representantes de la cultura iberoamérica, los Premios Platino, cuya segunda edición se celebra esta noche en Marbella -más información, en las páginas 22 y 23-. Así que, al menos por un fin de semana, Málaga será la capital de la cultura latina de todo el mundo.