Jueves 16 de julio. Diez de la noche. Playa de La Misericordia. Decenas de familias con niños con caras ilusionadas se dirigen hacia un único objetivo. El cine de verano. No importa la calidad de la película, no importa el género; tan sólo importa una cosa: el cine como experiencia entre amigos y familiares. Y, claro, gratis. Asistimos a la proyección de Cine Abierto de esa velada, que, como cualquier otra de estas noches fílmicas, nos descubre otra forma de vivir una película.

El ambiente se presenta idóneo. Arena, brisa marina y el mar de fondo por si algún valiente amante de la noche decide darse un chapuzón. Entretanto, cientos de sillas se colocan delante de la gran pantalla a la espera de que empiece el filme.

Lo extraño y paradójico es que, en un espacio tan abierto y repleto de gente, hay un elemento que prima por encima del resto. El silencio. Las interpelaciones para hacer enmudecer son un elemento definitorio de esta actividad. ¿Quién ha dicho que el cine de verano es bullicio y falta de respeto? Ni mucho menos.

Cuando el show empieza, los tuppers irrumpen en escena. Así, podemos encontrar desde familias que se jactan con auténticos festines dignos del sha de Persia a personas tradicionales que optan por el clásico e inmortal bocadillo de chopped. Porque si alguna ventaja sobresale por encima del resto es la oportunidad de traer comida desde casa, ahorrándonos esos diez euros en palomitas que parecen estar confeccionadas con oro macizo.

En el cine de verano subsisten varios grupos sociales perfectamente diferenciados. Por una parte, ancianos, con sus respectivos hijos y nietos, se suelen colocar en la parte más cercana al escenario. Por otro lado, encontramos a parejas en pleno festejo sensual o grupos de amigos que emplazan su toalla en los alrededores y para los que la película en sí misma no es más que una banda sonora de su propio ocio.

Todas las generaciones tienen cabida y representación. Desde niños que dan sus primeros pasos, pasando por preadolescentes con las hormonas revolucionadas que buscan a su primer ligue y terminando por gente madura y anciana que tienen que lidiar con las dos primeras categorías.

El romanticismo se hace patente gracias a una combinación de elementos explicada a la perfección por Irene y Jorge, una de esas parejas melosas, que agradecen este tipo de iniciativas por parte del Ayuntamiento de Málaga: «Llevamos 3 años juntos y nos decidimos a probarlo. A partir de ese momento venimos siempre que podemos. La playa y el cine siempre me han parecido dos sitios muy románticos, por eso la combinación me parece una gran idea y más si lo acompañas con un buen vino y las estrellas».

La película Futbolín, la cinta de animación dirigida por el argentino Juan José Campanella -El hijo de la novia-, fue la encargada de amenizar la noche a los asistentes. Por supuesto, el público demostró sus reacciones de forma espontánea, sin cortarse: hubo bostezos y comentarios críticos al principio del filme, pero cuando éste fue ganando en dinamismo se escucharon risas esporádicas. Al final de la proyección, lo que comenzó con un tímido aplauso se convirtió en una gran ovación, algo que ya apenas se escucha en las proyecciones comerciales, en los cines convencionales.

Y es que la alegría y el jolgorio se hacían patentes en La Misericordia. Este ciclo veraniego aporta ilusión y movimiento al barrio y sus alrededores, sobre todo para personas carentes de recursos como Juan García: «Llevo mucho tiempo parado y mi desempleo está por acabarse, pero hay que llevar a los críos a hacer planes ahora que tienen tiempo, y si son gratis pues mejor todavía... Ya sabes como son los niños que con cualquier excusa se divierten y aquí tienen mucha gente de su edad».

La crisis y los euros que faltan, cómo no, son argumentos muy a favor del cine de verano; por ejemplo, Miguel Cardona, asistente asiduo del cine de verano lo tiene claro: «Yo hace años que no piso una sala y en general conozco a muy poca gente de mi edad que lo haga. Me parece una vergüenza que te quieran cobrar 8 euros por un rato».

Cine Abierto ofrece, seguro, historias y episodios similares en sus otros enclaves. En El Palo, el Puerto de la Torre, Churriana, la Carretera de Cádiz, las Flores, Teatinos o Cuidad Jardín -por primera vez, la iniciativa copa todos los distritos de la capital-, se vivirán noches como ésta. Pero también un cine convencional, el Albéniz, ofrece todos los lunes una película extranjera en versión original, con subtítulos en español, una práctica que si bien se encuentra extendida en multitud de países, en España es poco común, a pesar de sus beneficios. Otro punto a favor de Cine Abierto.