Lo llevamos años diciendo, y la realidad no nos ha desmentido: los popes del cine español vienen a Málaga a recibir homenajes y premios retrospectivos pero sus productos los estrenan muy lejos del Teatro Cervantes. En el 2011 saltaron las alarmas: Isaki Lacuesta, Enrique Urbizu, Benito Zambrano y Juan Carlos Fresnadillo compitieron aquella temporada por la Concha de Oro. Aún resonaban los ecos de las intenciones de Ignasi Guardans, entonces ya exdirector del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA): ponderar las subvenciones del Ministerio de Cultura a los festivales de cine teniendo en cuenta el mayor o menor apoyo de éstos a la industria patria. A partir de ahí Donosti puso un empeño especial en acoger lo más sonado de la producción nacional. En este 2015 Álex de la Iglesia, Imanol Uribe, Cesc Gay, Agustí Villaronga, Fernando Colomo, Paula Ortiz y Marc Recha, entre otros, estrenarán sus próximos filmes en el María Cristina. ¿Se está metiendo en terreno malaguita el Festival de San Sebastián? No estrictamente, porque nadie le ha puesto puertas a este campo. Además, si entramos en ese juego, también podríamos decir que el Festival de Málaga ha contraprogramado al Festival Iberoamericano de Huelva al agendar cada vez más cine latino en su competición paralela, ¿no? Pero lo cierto es que en esta hipotética lucha San Sebastián-Málaga, el festival de la Concha tiene las de ganar: primero, por presupuesto -casi ocho millones, el doble que el malagueño-; segundo, por sus propias fechas de celebración, mucho más apetecibles y comerciales para la industria. Ojalá un reparto más coherente y justo de las cosas. Si no, me temo que Málaga quedará como el festival amable, vacacional, intrascendente y de meros photocalls.