Muchos le estaban esperando para rememorar aquel 28 de agosto de 1993. Aquella calurosa noche, la plaza de toros de La Malagueta se convirtió en el palacio de la música latina gracias a la bachata, la salsa y el merengue de Juan Luis Guerra y su insuperable banda, los 4.40. Toda España registraba por entonces altos niveles de bilirrubina gracias a Bachata rosa, el álbum que puso en el centro de la pista mundial al artista dominicano. Juan Luis Guerra regresó anoche a Málaga para constatar que su ritmo continúa imparable.

Horas antes del concierto, el Auditorio Municipal de Cortijo de Torres presentaba un ambiente envidiable. Miles de personas esperaban a que la maquinaria de la gira de Todo tiene su hora -el décimo segundo álbum de estudio del cantautor- comenzase a sonar. Y no defraudó: Juan Luis Guerra puso de nuevo a los malagueños a bailar desde los primeros compases. Lo suyo es pura energía y una solvencia sonora que pocos combos, con casi una veintena de músicos, son capaces de demostrar. El repertorio viajó por todas sus etapas, desde sus nuevas composiciones, como Cookies & Cream, hasta sus grandes clásicos, como son Visa para un sueño, La bilirrubina y Quisiera ser un pez. El rey de la música caribeña -que apareció en el escenario desde el interior de una antigua cabina de teléfono- ofreció anoche su único concierto en Andalucía de este verano, por lo que era fácil encontrar a público procedente de Granada, Córdoba o Sevilla. La comunidad latina residente en la Costa del Sol también se congregó en el Auditorio para disfrutar de su ídolo.

Los amantes de la bachata no dejaron de contonearse durante las casi dos horas de espectáculo. Un concierto vibrante que será igual de recordado que aquel de La Malagueta. Y en el que también llovió café, como no podía ser de otra manera.