La figura del manager siempre ha brillado por su ausencia. aAmigos, cuñados o conocidos siempre han hecho suya la infructuosa figura, sin mayor gloria que gastar teléfonos y escuchar cómo las puertas van golpeando su nariz hasta terminar chatos y hartos de su función, como gallinas sin cabeza picoteando donde se pueda. El músico que se echa a la espalda ese trabajo, que acaba también quemado e incomprendido, sacrifica un tiempo precioso que dedicaría a la creación en temas de agendas, emails y un millón de tareas más. La mayoría de discos que salen a la palestra no llegan a ninguna parte, porque nadie se ha preocupado por la promoción ni por tener/buscar a un profesional que se encargue de sus carreras. Mezclen todo eso con egos y divinidades de barrio y tendrán algo bastante preocupante, de rascar cuerdas no solo vive el músico.

Hablando con creadores de otras disciplinas, como los artistas plásticos, veo que éstos tienen ese mismo problema: la figura del galerista, marchante o el temido gestor cultural no está muy clara, o no existe como profesional a un nivel de emergente o de proximidad, como ellos catalogan a los artistas como si fueran carreras de futbolistas. En todo caso, sólo los artistas que ya están posicionados disfrutan del trabajo de estos señores, que no pierden mucho el tiempo en dirigir y guiar la carrera de nadie que no le proporcione una venta suculenta de primera hora.

Hay ciertas puertas que no se abren si el que va abriendo camino no es alguien que se maneje a sus anchas por el mundo de salas, festivales, discográficas. A nivel de usuario se puede optar a poca cosa que no sea perder dinero por todas partes, girando por donde se pueda, o exponiendo donde te dejen. Tener que lidiar con los directores o directoras de museos públicos que dirigen sus recintos como si fueran el salón de su hogar, asesores que tienen sus preferencias, demonizan a los que no le gustan y gestionan a base de gustos personales o simplemente por los réditos que les van a suponer... Una ciudad con tanto artista y que no se sepa enfocar ese arte para vivir de él... Es un problema de libro, al que encima le tenemos que sumar la interminable crisis económica... Ah, que lo sepáis: el buenismo y los mecenas están en otra cosa.

Así que preocúpense seriamente de sacudirse esa pereza por hacer algo tan importante que es saber venderse: si te quieres dedicar profesionalmente a tu arte, es importante, querido artista, que te pongas las pilas y no te dejes llevar por los robagallinas, hijos de papá con dinero que se distraen distrayendo a los artistas... Y Dios te libre del oscurantismo y los cortijos de entrar por todas para poder colgar un cuadro en una alcayata que te va a costar tu alma o subir al carro del boom de vendedores de humo que aprovechan el pantagruélico festín de cultura a golpe de talonario a ver si cae alguna migaja.

Ya es hora de que nos pongamos verdaderamente serios. La unión hace la fuerza, pero los mediocres hacen más ruido, así que cuidado con cada paso y decisión que tomáis: lo que tenéis vosotros no lo pueden comprar ellos en ninguna gran superficie; ése es vuestro tesoro, así que cuidado en manos de quien lo ponéis.

Loquillo decía eso de «la culpa es del manager». En realidad, en la mayoría de los casos la culpa es nuestra por dejar de la mano de Dios tareas que nos incumben a nosotros y mucho. Así que apretad el cuchillo entre los dientes y que no os aburra nadie. Por suerte o por desgracia, esto es para toda la vida, así que ojo al dato.