Juan Antonio Vigar es desde hoy el máximo responsable del Teatro Cervantes, además de serlo del Festival de Málaga Cine Español. Sostiene que en ambas empresas municipales -cuya fusión ya está en marcha, aunque aún tardará en materializarse- cuenta con un gran equipo que le hará posible afrontar este doble reto con solvencia. Conocedor de las debilidades y fortalezas del sector escénico de Málaga, una de sus metas es impulsar una red para que las compañías locales puedan mostrar su trabajos y rentabilizarlos. Una tarea con la que construir un futuro mejor para el teatro local.

Impulsar el teatro malagueño es una de sus líneas principales. ¿Cómo piensa articular ese impulso?

De un modo concreto. Me he encontrado con que Miguel Gallego [responsable de programación], que es un profesional con mucha experiencia, ya tenía un proyecto con el que vamos a trabajar. La idea es que el Echegaray, lejos de ser una réplica del Cervantes a otro tamaño, sea un centro de exhibición y de producción escénica para las compañías malagueñas. Y que sea como el epicentro de un trabajo en red, ya que la idea es revitalizar Red Málaga. Es un proyecto muy bonito, a la vez que ambicioso. Para que esa red sea lo más amplia posible, invitaremos en un futuro a que la Diputación articule esta red en los teatros de la provincia. El objetivo es que las obras se rentabilicen y que las compañías puedan vivir de ello. Tenemos a artistas con mucho talento y una gran creatividad que, además, son muy emprendedores.

El fallecimiento del ciclo Red Málaga y la desaparición de las ayudas a la producción del Cervantes se debe, sobre todo, a una razón de peso: la falta de presupuesto.

Y seguimos teniendo una escasez de recursos, eso no lo podemos negar. Ahora bien, ¿dónde debemos conseguir esos recursos? El Ayuntamiento hace un enorme esfuerzo en sustentar este tipo de instituciones y proyectos culturales, y hay que valorar ese apoyo. El trabajo que tengo que hacer es luchar por la captación de patrocinio externo y privado que pueda apoyar esta programación.

¿No le gustaría que el Cervantes volviese a ser, como lo fue en su día, el epicentro de la cultura malagueña?

Lo que quiero, con toda humildad, es dotar al Teatro Cervantes de un discurso. Cada poco tiempo hay que reformular las cosas. Es algo que practico en el Festival de Málaga. Y no porque lo anterior no valga, sino porque hay que oxigenar los proyectos y reformular los planteamientos para seguir avanzando. La intención es armar ese discurso con unos cimientos más sólidos, y si somos capaces de conseguir esa financiación adicional que considero imprescindible en este momento.

Conociéndole, seguro que ya tiene escritas las primeras páginas de ese discurso...

Me gusta buscar el camino en las palabras, y el propio nombre del Cervantes, dividido en sus sílabas [Cer-van-tes], me abre tres ideas: «Cer», de cercanía. Tenemos que trabajar para Málaga pero con Málaga. Y conseguir la cercanía con el público. Tenemos que lograr que aquí venga lo mejor de lo comercial y lo más moderno de lo clásico. Porque el público así lo demanda. «Van», de vanguardia. Debemos servir de amplificador de todo lo que se hace. De nuevas miradas y nuevas intenciones. Y «Tes» hace referencia a la Temporada Sinfónica y Lírica. Una de las primeras reuniones que tendré será con el gerente de la Orquesta Filarmónica para llegar a puntos de encuentro respecto a las reivindicaciones de la OFM.

Al Festival de Teatro se le cayó un día el apellido de «internacional», y ni el Festival de Jazz ni el Terral viven sus mejores días. ¿Cómo piensa actuar en los grandes ciclos?

Hay que reformular las cosas, y no olvidar la situación económica de años atrás. Creo que el Terral no está en su sitio natural y debería estar donde estuvo: en los espacios abiertos. O al menos en parte. Intentaré que el Festival de Teatro recupere su atractivo para situarlo, al menos, en el foco nacional, lo que también será un camino para atraer a los patrocinadores. E igual ocurre con el Festival de Jazz, que quisiera que volviera a tener ese nivel internacional. Además de poner a trabajar la imaginación y pensar en nuevos proyectos. Por ejemplo, para el año que viene quiero que el teatro tenga un discurso armado sobre Miguel de Cervantes, de quien se conmemora el IV centenario de su muerte.

Aunque, por el contrario, ambos teatros han obtenido cifras récord de asistencia en las dos últimas temporadas.

Sí, las cifras son importantes, pero no son lo definitivo en todo esto. Las cifras hay que cuidarlas y habrá que luchar por estar en esos niveles, e incluso mejorarlos si es posible. Pero a mí me preocupan muchas otras más cosas. Valores como el prestigio y el impacto sociocultural que aportan estos proyectos quedan a veces ocultos tras las cifras.

La anterior gerente, Charo Ema, dijo que entre las cosas que le hubiera gustado hacer era redefinir las categorías laborales y acercar el convenio colectivo a las artes escénicas.

El personal en el Teatro Cervantes es un capítulo muy importante. Supone el 60% del presupuesto, que está bastante por encima de lo que es habitual en instituciones de naturaleza cultural. Pero volvemos a lo mismo: no se trata de analizar sólo ese dato. Este amplio equipo humano, bien gestionado y optimizando los recursos, nos debe ayudar a reducir gastos y sentar las bases del futuro. Cuento con ellos como activo, pero este es un tema complejo que habría que hablar en el contexto de una futura fusión, que se planteará a medio o largo plazo.