­Marina Picasso es conocida en los círculos artísticos como la nietísima del arte. A pesar del oropel y de los apellidos, la heredera del genio malagueño acarrea una biografía de tintes casi trágicos: hija de Paulo, primogénito repudiado, y Emilienne Lotte, que no era santa de la devoción del pintor. vivió en la miseria -el abuelo sólo pagaba el colegio privado-, sufrió el alcoholismo paterno, asistió a su hermano, Pablito, cuyo cuerpo se destruyó lentamente tras haber ingerido lejía... Vivir con el apellido Picasso no es fácil, desde luego. Marina encontró su camino en la filantropía y en Vietnam: allí creó una fundación para atender a huérfanos y ella misma adoptó a tres pequeños, Florian, Mai y Dimiti. Uno de ellos lucha hoy por abrirse su propio camino en el mundo de la creación pero desde una cabina: porque Florian Picasso es DJ.

«Siguiendo la senda de mi ancestro al escribir mi propia historia». Ése es el lema que puede leerse en el perfil de su cuenta de Twitter -@florianpicasso-. Porque por las venas de Florian no corre la sangre de la familia Picasso pero sí la sombra que siempre se cierne sobre el apellido: «No es una responsabilidad, sino, más bien, un desafío. Lo que yo quiero es crear mi propio legado», aseguró en una entrevista con Elektro Daily este joven vietnamita de nacionalidad francesa. Lo cierto, admite, es que se lo pensó bastante a la hora de emplear su propio apellido -en realidad, es Ruiz-Picasso- como nombre artístico.

De momento, ya se codea con grandes de las sesiones multitudinarias como Steve Aoki -con quien ha colaborado- y Benny Benassi, y ha teloneado a combos tan seguidos como Swedish House Mafia. Su obsesión, siempre la misma: «No quiero defraudar». Sus esfuerzos y empeño -lleva pinchando en público desde los 13 años- empiezan a tener resultado. Y su más reciente track, Origami, ha sido lanzada con el aval de Nicky Romero -quien, por cierto, estuvo hace sólo semanas entre nosotros, en Los Álamos Beach Fest- y su sello Protocol Recordings.

Teniendo estos referentes se imaginarán el sonido de Florian Picasso: EDM pura y dura, música de baile de estadio y pinchada por DJs que están más tiempo con los brazos en el aire y animando el cotarro que en pulsar botoncitos. La imaginación de uno se excita con la posibilidad de que su bisabuelo siguiera vivo y pudiera escuchar la música que produce su descendiente.

Realidad

«La gente cree que al llamarse Picasso uno lo tiene todo, pero eso está lejos de la realidad. Uno posee cosas, desde un punto de vista material, mucho más que otras personas, pero hay tantas otras cosas importantes en la vida... Mi combate ha sido existir por mí misma, más que por ese apellido», dijo una vez la madre de Florian, Marina, que, por cierto, es hermanastra de Bernard Ruiz-Picasso, uno de los artífices de nuestro Museo Picasso Málaga: Paulo se casó en segundas nupcias con Christine, una nuera mucho más del gusto del malagueño que la madre de Marina y Pablito. «Ni a él ni a mí se nos permitió ir a su 88 cumpleaños, ni se nos autorizaba a cruzar la puerta de Mougins [una de las residencias picassianas]», relató la nieta en sus tortuosas memorias.

Florian Ruiz-Picasso ha vivido, al parecer, ajeno a todo ello, a esos episodios oscuros. Se educó en Suiza y vive y trabaja en Cannes, donde también reside su familia, a la que se siente muy unido. De hecho, la facción más directa del clan le apoya: «Mi familia está conmigo en mi carrera y tengo todo su apoyo», ha comentado el pinchadiscos. Él no tiene límites: «Me enteré de que Jay-Z [el famoso rapero, empresario y marido de Beyoncé], que tiene una canción titulada Picasso Baby, quiere algunos cuadros de mi bisabuelo. Quién sabe, a lo mejor se hace con alguno y yo puedo tener una colaboración de Jay-Z en mi álbum», bromea.