¿Te acuerdas de cuando yo iba a verte al teatro Alcázar de Málaga, aquellas temporadas que hacías a finales de los cincuenta? Yo quería ser actor y me animabas, me decías: Sí, sigue con esa vocación.

¿Te acuerdas cuando aquí, en Madrid, tuve el honor de trabajar contigo por primera vez, en el teatro Maravillas con la comedia musical Carolina? Tu seguías animándome, y por ética no digo los elogios que hacías a mi modesto trabajo.

¿Te acuerdas en el año 1968, en el teatro Beatriz de Madrid con la obra de Alfonso Paso: No somos ni Romeo ni Julieta, que gracias a ti, a tu generosidad y a tus consejos, tuve aquel importante papel?

¿Te acuerdas cuando hicimos en los Festivales de España El violinista sobre el tejado? Genial tu interpretación, cantando y bailando como sólo lo has sabido hacer tú.

¿Te acuerdas cuando en un momento bajo de mi carrera te pedí que me dirigieras la obra La droga, junto a Josefina Roveda? No sólo me dirigiste y enriqueciste el personaje, sino que me hiciste hasta el decorado de la obra; no sólo me acompañaste en el estreno en Madrid, sino que también viniste hasta Málaga al estreno, para arroparme , en el teatro Cervantes... Y a la hora de recibir los aplausos, desapareciste y me dejaste una nota en la que decías: «No quiero robarte protagonismo». Y además todos los favores que me has hecho desinteresadamente.

¿Te acuerdas cuando me dirigiste en Yo condeno en el Ateneo de Madrid? Estuve cinco años representándola por toda España.

Soy un privilegiado por ser amigo tuyo y haber recorrido los principales teatros de España junto a ti. Has sido mi mejor escuela, aprendiendo de ti cada día. Si en España hay un «Caballero de la Interpretación» es Saza: antidivo, inimitable, persona, querido por todos, maestro de la interpretación.

¡Qué bien lo van a pasar contigo arriba, querido Saza!

Te felicito por haber sido así... y repito tu frase: ¡Felicidades mil te deseo! Sazatornil.

El próximo lunes iré de tu parte a ver a nuestro amigo, San Nicolás...

Y espérame en el cielo.