El cuento de hadas de Blancanieves que los hermanos Grimm hicieron mundialmente popular poco tiene que ver con la imagen icónica que hoy tenemos de la bella y encantadora princesa. Buena culpa de ello la tiene la multinacional Disney, que transformó la historia en un canto al amor de dimensiones épicas. El personaje, como el mismísimo Mickey Mouse, se ha convertido en un artículo de consumo, aspecto sobre el que reflexiona la artista francesa Catherine Baÿ, que este sábado hará desembarcar a su popular ejército de Blancanieves -compuesto por media docena de jóvenes princesas- en el Centre Pompidou (18.00 horas).

Para Baÿ, que lleva una década paseando su performance por todo el planeta -Nueva York, Moscú, París, Tokyo, Madrid, Cuba-, lo que más le interesa como etnóloga es observar cómo el personaje, ya convertido en icono, y la visión que cada persona tiene de él se «puede adaptar en las distintas culturas». Asegura que antes de que pasara por la factoría Disney, Blancanieves «era un personaje libre». «Pero Disney lo convirtió en un artículo de consumo», explica, a la vez que comenta que el hecho de que en ocasiones actúen armadas con fusiles tiene «una doble intención».

«Si van armadas, puede ser para intentar cuidar esa cultura en la que se han introducido, pero también puede ser porque van a invadirla y a aprovecharse de ella», matiza con ironía.

Desde el pasado lunes, Catherine Baÿ tiene instalado su centro de operaciones en el Auditorio del Pompidou, donde se llevan a cabo los ensayos con las voluntarias seleccionadas entre las 140 jóvenes que se presentaron para formar este equipo. Les hace caminar en grupo, «como si fueran un corazón», para después ordenarles a mirar fijamente a un punto. Los destinatarios finales de esas fulminantes miradas serán los visitante al Cubo. Aunque lo que vienen a hacer es toda una incógnita. «Ellas se van paseando por el mundo como quieren, se adaptan a cada lugar donde son recibidas, y son como un espejo del lugar en el que están en cada momento».

La creadora francesa confiesa que sus Blancanieves es «un trabajo que cambia con cada aparición» y que aunque por momentos desea desprenderse de ellas, ya no tiene el control. «La última vez se les vio en París y no se sabe lo que ha pasado con ellas. Ahora las esperamos en Málaga, sin saber por dónde aparecerán».

Todo apunta a que las princesas pasarán la noche del sábado en el Cubo y que el domingo por la mañana también se dejen ver.