­El Teatro Nacional Cervantes de Argentina ha escogido el Teatro Echegaray de la capital como escenario de su primer aterrizaje en España. El director del Teatro Cervantes de Málaga, Juan Antonio Vigar, presentó ayer con su homólogo en el coliseo bonaerense, Rubens Correa, el estreno de Cartas de la ausente, pieza que se verá desde hoy hasta el domingo.

Mónica Viñao dirige a Daniel Fanego y Vando Villamil en la puesta en escena de este texto del premiado autor Ariel Barchilón, una historia que transcurre en el Buenos Aires de los años 30 y que cuenta el encuentro entre un hombre y una mujer cuyos recuerdos se entrelazan entre sí.

Con la representación de Cartas de la ausente en el Teatro Echegaray -15 euros entrada anticipada y 18 el día de la función- se hermanan dos instituciones culturales que además de nombre comparten vicisitudes históricas. Al igual que el Teatro Cervantes de Málaga, que padeció desde los años 50 un grave deterioro, el Teatro Nacional Cervantes de Argentina sufrió en 1961 un aparatoso incendio. En ambos casos, las soluciones vinieron desde el ámbito público, en Málaga con la adquisición del inmueble por parte del Ayuntamiento y su reinauguración en 1987, y en Buenos Aires con el impulso del Ministerio de Educación.

Cartas de la ausente, una obra de gran sensibilidad que plantea conflictos existenciales, viajará posteriormente al Corral de Comedias de Alcalá de Henares (Madrid) en la segunda y última parada de esta primera gira por España.

«En esta obra de climas sutiles y personajes entrañables nadie es quien parece o dice ser. El corazón de la trama está marcado por la ausencia», explicó ayer la directora de la obra, Mónica Viñao, que ha contado para sostener la historia con los intérpretes Vando Villamil y Daniel Fanego. Daniel Fanego es Doña Elvirita, una viuda de 50 y tantos años, heredera de un mercadito de barrio. Vando Villamil, Rufino, un cincuentón exguapo que pasó los últimos 10 años de su vida en el penal de Ushuaia cumpliendo una condena. Cuando queda en libertad se entera de que Luli ha muerto. Entristecido por la noticia, Rufino llega a la casa de Doña Elvirita con la esperanza de encontrar allí algún recuerdo de su joven enamorada.