La periodista y escritora Reyes Monforte ha presentado esta semana en Sevilla, Málaga y Marbella su última novela, 'Una pasión rusa' (Espasa), un libro sobre Carolina Codina Nemiskaia (Madrid, 1897-Londres, 1989), una mujer bella, elegante, ingeniosa, culta, políglota y muy desconocida, que se casó con el compositor ruso Serguéi Prokófiev en 1923.

Monforte, que ha ganado el XIV Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio 2015 con este título, recorre la emocionante vida de Lina Codina y retrata uno de los periodos culturales más fértiles y políticamente más agitados de la historia europea contemporánea. Por sus páginas desfilan, entre otros, personajes como Maurice Ravel, Manuel de Falla, Pablo Picasso, Federico García Lorca o Coco Chanel.

"No me explico que en España no se conozca la historia de la madrileña, que realmente es la historia del siglo XX, con sus luces y sus sombras", asegura la autora en una entrevista a Europa Press, en la que apunta que ella tampoco la conocía y que incluso al principio, preguntando a algún amigo músico si sabía de su existencia, le comentaba que a Prokófiev le conocían pero no tenían idea de que hubiese tenido una mujer española.

Así, la escritora explica que encontró a Lina Codina por casualidad, cuando vio en la calle Bárbara de Braganza, 4, en Madrid, una placa en la que ponía: "Aquí nació la cantante Lina Codina, esposa y musa del compositor Serguéi Prokófiev". "Me llamó mucho la atención que el autor de 'Pedro y el Lobo', de la música del ballet 'Romeo y Julieta', 'Guerra y paz' o 'La Cenicienta', hubiera estado casado con una madrileña. Busqué su foto y encontré a una mujer bellísima, elegante y con una historia increíble".

De este modo, Monforte, autora de otras cinco novelas, afirma que se leyó todo lo que cayó en sus manos: perfiles, libros, ensayos, documentos, reportajes, y decidió novelar la historia. "¡Y menuda historia! Pasó de vivir en un paraíso terrenal, en el Nueva York de los rascacielos donde conoció a Prokófiev, o los años 20 del París de la vanguardia cultural, con amistades como Matisse, Hemingway, Gardel o Stravinski, a conocer el infierno en la tierra, cuando fue condenada por el régimen de Stalin a 20 años de trabajos forzados en un gulag siberiano acusada de espía", subraya.

Monforte destaca que le atrajo de este personaje "su fuerza, su vitalidad, su capacidad para seducir a hombres y mujeres, su positividad, la influencia que tenía sobre muchos artistas", ya que "fue todo un personaje que vivió como quiso, siguiendo su conciencia, incluso en los momentos más duros de su vida". Y sobre su relación con el músico ruso, apunta que "fueron el amor de la vida el uno del otro". "Fue una relación pasional, de amor verdadero y al menos en mi novela lo he reflejado así", resalta.

Pero, matiza, "Lina no se conformó con ser la esposa de Prokófiev. A pesar de la época en la que vivían donde el papel de la mujer era más secundario, Lina nunca estuvo en la sombra. De hecho, era la parte más vistosa de la pareja, y eso a la larga, le trajo problemas". Además, explica que ella quería ser cantante, pero no pudo conseguir su sueño porque "heredó de su padre, el tenor catalán Juan Codina, el miedo escénico, así que decidió formar un tándem perfecto junto a Prokófiev".

Cuestionada sobre si era fácil estar a la altura de un genio como Prokófiev, la escritora responde que para Lina "sí lo fue". En este sentido, subraya que "era una mujer muy preparada culturalmente" porque "nació en una familia de artistas. Su padre era el tenor Juan Codina y su madre la soprano rusa Olga Nemiskaia. Ella sabía cinco idiomas, se desenvolvía a la perfección en cualquier conversación, siempre sabía estar".

"Lo que pasara luego íntimamente entre ellos, es complicado de saber con seguridad, porque solo lo podrán saber ellos que eran los únicos que lo vivieron, nadie más, pero para eso tienes el recurso de novelar la historia", añade Monforte, que no descarta que esta historia sea llevada al cine. "Si lo hacen bien, por supuesto. Cuando escribes una historia lo que quieres es que llegue a cuanta más gente mejor", concluye.