Era una de las actividades más esperadas de este otoño. Con un sol de justicia y sobrepasadas las seis de la tarde, cientos de visitantes se aglomeraban a las puertas del Centro Pompidou para descubrir al ejército de Blancanieves de la artista Catherine Bäy. Para la sorpresa de todos, estas princesas reinventadas por la artista francesa llegaron en barco, con vestidos negros y amarillos de neopreno y metralletas en mano. Nada que ver con la dulzura de la princesa del cuento infantil.

La llegada de estas peculiares princesas al Muelle Uno se produjo como si de un desembarco de la marina se tratase. «Me ha sorprendido mucho cuando las he visto llegar en el barco como si fuesen soldados y cómo todo el mundo permanecía silencio pendiente de lo que hacían al bajar. Ha sido una pasada», contaba atónita la joven malagueña Adela Salinas al ver al ejército de Blancanieves.

En grupo sin dispersarse y custodiadas por cuatro de ellas llegaron al Pompidou ante el estupor de los espectadores. Con una auténtica actitud guerrera, estas Blancanieves querían contarle a Málaga que no son el producto comercial que durante todos estos años ha vendido Disney sobre ellas. Porque ese es el mensaje oculto que Bäy quiere transmitir con esta perfomance que ya se ha visto en ciudades como en Madrid, Cuba, París y Nueva York. Ayer le tocó a Málaga y el estreno no pudo ser más alentador. Con algo de miedo en los ojos, los asistentes alababan el espectáculo. «Cómo con algo tan simple consiguen transmitirte tanto, ha sido un momento especial a la vez que divertido», señala Luis Vitorio Maizun, un joven de Jaén.

Tras su desembarco y paseo por el Muelle Uno, las doce Blancanieves se hacían con cada una de las salas del Pompidou. Siempre en posición de defensa, con el fusil en mano y con miradas desafiantes. En ocasiones en el silencio del museo retumbaban sus carreras, custodiando y mostrando una imagen que poco tiene que ver con la que estamos acostumbrados en las películas de Disney. El ejército de princesas sorprendía a los visitantes que admiraban las obras del centro, provocando algún que otro revuelo.