«Los carteles han sido grandes transmisores del arte contemporáneo». José Piqueras, comisario de la nueva exposición del Museo Carmen Thyssen, Carteles de artista. De Toulouse-Lautrec a Jeff Koons, arrancaba ayer con esta sencilla reflexión la explicación sobre la nueva muestra del Palacio Villalón, en la que conviven 70 obras de artistas como Picasso, Dalí, Miró, Magritte, Matisse, Malévich, Chagal, Duchamp, Keith Haring o Roy Lichtenstein, pertenecientes a la Colección de Joseluis Rupérez.

Aunque la historia del cartel es la historia de una relación de dos interesados. Al mismo tiempo que los empresarios comenzaron a entender que la imaginación de los creadores podría servirle para aumentar sus ventas, los artistas comprendieron que el cartel era el vehículo más veloz para dar a conocer su trabajo. Esta fructífera relación arrancó, como lo hace la propia muestra, a finales del siglo XIX. Así, el recorrido de la exposición comienza en la Sala Noble de la pinacoteca, donde se evoca el ambiente parisino de la época con obras de Toulouse-Lautrec, Bonnard y Vuillard, junto al precursor y maestro litógrafo Chéret e intérpretes del art nouveau como Steinlen, que firma el popular cartel de la gira del cabaret Le Chat Noir (1896), con su enigmático gato mirando fijamente al espectador.

La visita prosigue en la sala de exposiciones temporales, dividida en tres secciones con carteles de diferentes temáticas y que llegan hasta el año 2003. Comienza el espectáculo es el título del primer espacio, con obras utilizadas para anunciar eventos culturales firmadas por artistas como Braque, Léger o Duchamp. La zona siguiente, Vender con arte, compila los carteles de marcas comerciales como Campari, Air France, Perrier o Absolut Vodka que fueron usados como soportes por artistas como Depero, Vasarely o Dalí. El último capítulo de la exposición se titula Prohibido fijar carteles y muestra creaciones que se asociaron a ideologías políticas marcadas por los numerosos conflictos de la época.

Algunas de las obras más representativas son de Malévich, Miró, Diego Rivera o Picasso. Del artista malagueño se muestra el cartel que realizó -usando una de sus palomas como elemento principal- para el segundo Congreso Mundial por la Paz de 1950 que iba a tener lugar en Sheffield, aunque el gobierno inglés lo prohibió.

El coleccionista Joseluis Rupérez lamentó que en España exista «un cierto papanatismo» hacia el cartel, al que se considera «un soporte menor», lo que tildó de «error», ya que, según indicó, «se puede hacer un seguimiento de la historia del arte sólo a través del cartel».

Pese a tratarse de una gran exposición, la baronesa Thyssen no acudió, como tiene por costumbre, a la inauguración. La semana pasada La Opinión informaba sobre la pérdida del principal patrocinador privado del museo, la cervecera San Miguel, por lo que la institución que preside Carmen Thyssen dejará de ingresar un millón de euros.