¿Sabemos catar un café? «Siempre estamos probando cafés, aunque no nos demos cuenta», dice José Pineño, coffee district master de Starbucks en Valencia. Pineño da algunas claves sobre cómo degustar una taza y saber extraer su esencia. Lo primero que destaca el barista son las dos especies de café que existen: arábigo y robusta. Según el barista, el arábigo tiene mayor calidad que el robusta, al que se le añaden aditivos y azúcares. Para detectarlos propone una sencilla prueba: tomar un vaso de agua y poner en ella unos granos de café arábigo. El agua permanecerá clara y limpia. Repetir la operación, esta vez con un puñado de granos de la especie robusta. En tan solo unos segundos el agua se volverá oscura, como si de un café se tratara. Son los aditivos que se desprenden del grano nada más sumergirse en el agua.

Pineño anima a dejar la educación de lado: «hay que sorber, hacer ruido». Solo así, dice, el café se repartirá por toda la boca «y captaremos todas sus esencias». En concreto, habrá que tener en cuenta cuatro aspectos: aroma, sabor, cuerpo y acidez. El cuerpo, explica, es el peso en la boca; la acidez, la sensación que estalla en las papilas gustativas.

En realidad, una cata de café es similar a una de vino. «Hasta tiene sus maridajes», señala el experto. Un café de origen americano, por ejemplo, con cierto gusto a cacao y frutos secos combina con alimentos dulces como galletas de chocolate. Un Sumatra, recomienda el barista, es un compañero perfecto del queso azul. El asiático resulta delicioso con cítricos. Una naranja, por ejemplo, hará de tomar una sencilla taza de café una experiencia única.