­Lleva más de ocho años pegada a su guitarra. En este tiempo se ha ganado a miles de fans a través de las redes sociales -su canal de Youtube tiene casi 10.000 seguidores-. Carmen Boza regresa a Málaga para presentar la reedición de La mansión de los espejos, su primer álbum, que únicamente editó para los que creyeron en ella y se apuntaron a su campaña de crowdfunding -en solo ocho horas consiguió el dinero que necesitaba-. Ahora su disco está en todas las tiendas y ella, poco a poco, comienza a sentir que sus canciones son la banda sonora de muchos. La gaditana estará el próximo 16 de octubre en La Cochera Cabaret.

En Málaga despegaron sus directos como cantautora, ¿qué supone volver a esta ciudad?

Me apetece mucho. Málaga ha sido mi casa durante dos años y medio. Me hace mucha ilusión volver con la banda que me acompaña ahora, me siento muy segura con ella. Además, me hace mucha gracia porque el 16 toco en Málaga, pero el 15 lo hago en Madrid y el 17 en La Línea de la Concepción. Por lo que es un poco el trayecto inverso al que hice cuando me vine a Madrid. Es un poco la historia de mi vida.

¿Algún lugar que recuerde con especial cariño?

Recuerdo particularmente el Polígono el Viso. Estuve trabajando en una empresa de videojuegos en esa zona, y aunque es un poco inhóspita, prácticamente vivía allí. Y por supuesto, todo el Centro y la Plaza de la Merced. En general, le tengo mucho cariño a toda Málaga.

¿Por qué La mansión de los espejos?

Es una metáfora que representa las diferentes proyecciones que puede tener una misma cosa o, en este caso, una misma persona. En algunas canciones de este disco yo me veía siendo dulce, siendo salvaje, estando desencantada o ilusionada… Sentimientos que, aunque parezcan contradictorios entre sí, se pueden dar en un mismo origen, que en este caso soy yo. Me parecía una buena comparación, pues en estos lugares también te ves de una manera distinta a través de muchos espejos. Además, la canción es una crítica social al peso de la estética y de los complejos, y todo eso hila muy bien. Es mi primer disco, ha sido un largo proceso de elección y composición. Las canciones nuevas, como Culpa y castigo, muestran una parte de mi madurez más reciente. Me parece muy interesante el contraste tan grande que aportan las letras escritas en el último año y medio, respecto a las canciones más antiguas. En las primeras, soy Carmen con 27 años, y en algunas de las otras, tengo 22. En estos cinco años hay grandes diferencias.

La respuesta del público a la gira de su primer disco fue muy buena. Parece que el salto del acústico a tocar con banda ha convencido...

Estoy muy contenta. Hemos visitado todas las provincias españolas. Para ser una gira de un primer disco ha sido muy intensa. A la gente le ha gustado mucho el disco, quiere vernos en directo. Y yo no puedo hacer otra cosa que estar muy feliz. El balance de este año es muy bueno, todo muy positivo. Viene mucha gente nueva a los conciertos. El salto de acústico a banda, que no estaba muy segura que fuese a funcionar, ha sido muy bien recibido. Es un momento delicado en el caso de un cantautor. Me aburro tocando sola. No quiero que el acústico a guitarra y voz sea mi formato por defecto. Las canciones llegan hasta donde llegan, pero como músico no es demasiado estimulante, y las canciones crecen exponencialmente. También es un modo de crecer y de que el acústico recupere valor.

¿Cambió el crowfunding, que logró en solo ocho horas, el desarrollo de su carrera profesional?

Ha sido un empujón muy fuerte. Muchos medios se hicieron eco de la noticia, y me descubrieron. Fue una oportunidad para mostrar a muchas personas el trabajo que llevaba haciendo mucho tiempo. Supuso una reafirmación del público que me dio mucha confianza. Saber que después de tanto tiempo había gente que quería seguir escuchándome, fue lo más importante para mi.

Las redes han marcado sus inicios, ¿alguna consecuencia negativa?

Son una herramienta muy potente. Como todo tiene su contrapunto y me asusta que se convierta en algo casi paranoide. Pueden llegar a comerse parte de tu día, de tu tiempo. Siento que cada vez tendemos más a volcar nuestro tiempo en la vida virtual y eso me da miedo. A nivel humano, tenemos que aprender a gestionar todo esto y saber que no es real, que no es tangible. Me da miedo llegar a un punto de no retorno. Soy muy paranoica con estas cosas.

«Carmen Boza sonando a Carmen Boza», pero musicalmente, ¿dónde se siente más cómoda?

Me gusta mucho el rock. La base potente de bajos y baterías. Las cosas muy rítmicas. Mi voz es potente. Una especie de muñeca matrioska, podríamos decir rock folk acústico. Es una manera muy mía y personal de tocar la guitarra también, soy un poco bruta a veces. La guitarra es como una extensión más de mi cuerpo.

¿Referencias, influencias?

John Mayer es mi principal referente de músico, compositor y cantante. Lo auna todo de una manera muy equilibrada. Y nacional, últimamente, también he escuchado mucho a Antonio Vega. A un músico le influye la música que escucha, y cuando eso se mezcla con una forma honesta de hacer canciones y enfrentarte a la música, llega. También, el talento y la falta de perjuicios a la hora de hacer canciones, inevitablemente llega.