Eloy Moreno presentó ayer en Málaga su nuevo libro 'El Regalo', con el que promete trasladar a los lectores a un lugar donde todo es diferente. «Llevaba mucho tiempo de informático, delante de un ordenador, hasta que pasó lo de El bolígrafo de gel verde, y de repente mi vida cambió»

¿Qué tiene El Regalo para que lo haya considerado su obra más personal hasta el momento?

Muchos de los temas que toca se centran en la relación entre padres e hijos. Tengo una hija pequeña de 4 años, y es un poco la temática que rodea todo el libro. Pero no solo hacia niños pequeños, también al revés, cuando ya tenemos 30 o 40 años, hacia los padres. Es muy complicado decirles te quiero. No lo hacemos.

¿Cree que en el contexto actual ayuda la crítica social a conectar con los lectores?

Más los sentimientos. En este libro me he querido alejar de eso. En el anterior lo dije todo ya. Hay muy poca crítica social, quizás más hacia cosas que no hemos hecho. Muchas veces estudiamos una carrera y ni si quiera llegamos a ejercer de ello. En el libro hay un sitio que se llama La Isla, donde hay gente que cambia su vida. Es un sitio inventado y donde todas las reglas son distintas. La asignatura que tienen que aprobar los niños en el colegio son los primeros auxilios, porque piensan que no puede salir del colegio sin saber salvar la vida de otro niño. Es un sitio distinto, ideal. Las finanzas también son muy importantes, de hecho todos los niños de allí tienen empresas ya, supervisadas por los padres, pero que generan dinero. Hasta hay niños que ganan más dinero en La Isla que mayores en el mundo real.

¿En caso de robo o pérdida, se fiaría más de un político o de un músico callejero?

Un músico siempre. Alguien a quien le guste tocar o escuchar música no puede ser mala persona.

En su web ya están agotados los ejemplares de su nuevo libro, parece que la edición especial ha funcionado bien...

Cuando escribo un libro no me preocupa si voy a vender mucho o no, sería mucha presión. Del primer best seller ya son 120.000 ejemplares los que se han vendido. Nunca sabes como va a funcionar. A lo mejor al principio no va bien y después muy bien, o al revés. Pero claro, lo que quieres es tener lectores.

Aunque su escritura es realista, es un gran aficionado a la ciencia ficción. ¿Se atreverá con el género?

De momento lo dejo solo para la lectura. Pero de la ciencia ficción extraigo cosas como, por ejemplo, la relación que puede haber entre humanos y robots. Es algo que me interesa.

¿Después de su experiencia con la promoción de librería en librería, cree que las redes sociales son más efectivas?

Para mi, sí. Es un contacto más directo que una televisión o que un periódico y me permite responder en el mismo momento. Invierto tres o cuatro horas al día en las redes sociales. A veces llega a saturar, pero entiendo que forma parte de mi trabajo y me gusta. Además, me permiten organizar encuentros como el de este fin de semana en Toledo, donde nos reuniremos 300 personas para recorrer los lugares que ambientaron mi segunda novela.

Dicen que la tarea del escritor es interminable. ¿Lo es en su caso?

Sí. Mis novelas están basadas siempre en situaciones que conozco, en casos de gente real, por eso siempre tendré cosas que contar. En el libro encontramos historias reales de gente que ha cambiado su vida o de gente que ha hecho cosas distintas de las que hacemos todos. Lo bonito de los libros es buscar las historias. Una familia con tres hijos que querían irse a estudiar inglés a Irlanda, pero que no querían estar tanto tiempo sin verse, deciden dejarlo todo, trabajos incluidos, e irse los cinco. Cuando me contaron la historia, y me invitaron a ir, todo a través de Facebook, no me lo pensé. Así que estuve allí, conviviendo con ellos. O un banquero que dejó su puesto para tocar la guitarra. Son este tipo de personas las que me inspiran. Yo mismo llevaba mucho tiempo de informático delante del ordenador hasta que pasó lo de El bolígrafo de gel verde. De pronto, me vi de un sitio para otro. El libro fue un boom, y ahora llevo muchos años encadenando excedencias.