Si alguien conoce a la perfección a Francis Ford Coppola es su esposa, Eleanor. Suyo es el libro Notas a Apocalipsis now escrito con el diario que llevó durante el infernal rodaje de la mítica película. Aquella experiencia casi enloqueció al cineasta y estuvo a punto de quebrar su matrimonio. Ofrecemos aquí una pequeña muestra de un gran libro:

«Cada vez parece haber más paralelismos entre el personaje de Kurtz y Francis. Ambos sienten la exultación del poder ante la posibilidad de perderlo todo, como la excitación de la guerra, cuando uno mata y se arriesga a que lo maten. Francis ha asumido el mayor de los riesgos en la manera en que está haciendo la película. Siente a la vez el poder de ser el creador/director y el miedo de fallar estrepitosamente».

«Le contó a Marty (Sheen) que, durante el rodaje de El Padrino, un día estaba en el baño del estudio, sentado en el inodoro, y dos miembros del equipo entraron y se pusieron a comentar que la película era una mierda total y que el imbécil del director no sabía lo que hacía. Francis dijo que entonces levantó los pies para que no le reconocieran los zapatos. Ahora tiene la sensación de que todo el mundo en producción está mirando lo que hace y pensando: Esto es una mierda total. ¿Y éste es el director de El Padrino? Pues a mí me parece que no sabe nada».

«Francis está exhausto por todo y muy nervioso. Lleva unos cuantos días filmando con el barro hasta la cintura, empapado todo el día. Esta noche se reúne con el abogado y el personal de producción para evaluar lo que van a hacer tras el tifón».

«Ayer Francis habló con Brando por teléfono. Sabe que estará magnífico si le da un guión adecuado. Hemos estado hablando de todos los miedos que lo acucian, y casi todos parecen relacionados con el hecho de que el guión no está terminado. Ha estado leyendo, investigando, hablando, pensando, escribiendo y luchando con él cada día desde hace ya casi un año. Le sugerí que lo dictara todo, ahora mismo, de principio a fin, exteriorizando todo lo que tiene en la cabeza».

«Francis no podía seguir con el guión original de John Milius porque no expresaba realmente sus ideas, pero no podía parar porque ya se había gastado un montón de dinero. La gente empezaba a decide lo ansiosa que estaba de ver la película porque es una historia extraordinaria. No sabía cómo transformar la película en una visión personal, o si eso iba a acabar interesándole a alguien. Estaba realmente deprimido y atemorizado, y justo en aquel momento llegó el tifón y le dio la excusa perfecta para hacer una pausa y resolver el dilema. Ha reescrito el texto muchas veces y ha librado una extenuante batalla consigo mismo, de veinticuatro horas al día durante las últimas semanas».

«Cuando la filmación es lenta, los actores se relajan y Francis pierde el impulso que mantiene en movimiento su energía creativa. Francis trabaja mejor cuando no tiene demasiado tiempo y confía sus decisiones a la intuición. Trabaja filmando las escenas enteras, utilizando la emoción que desarrollan y luego seleccionando».

«Francis se levantó a las cuatro de la madrugada y bajó a su estudio a escribir. Cerca de las seis entró en el dormitorio y me despertó. Acababa de descubrir por qué no había sido capaz de resolver el final del guión. Ya hace más de un año que se pelea con él, con distintos borradores del final. intentando dar con el idóneo. Dijo que acababa de comprender que el guión no tenía una solución sencilla. Igual que no hay una respuesta simple y correcta al porqué estuvimos en Vietnam. Cada vez que intentaba llevar el guión hacia una u otra dirección, se encontraba con una contradicción fundamental. porque la guerra es una contradicción».

«Anoche Francis montó en cólera porque la gente entraba y salía de la sala de proyecciones mientras estaban revisando el metraje. Resulta muy atractivo contemplar imágenes en movimiento; pero, cuando luego la gente hace comentarios tontos, Francis pierde los estribos. Es algo que le provoca una reacción autodestructiva y que lo empuja a dudar de sí mismo».

«Francis me explicó que, desde que era pequeño, siempre quiso tener talento y triunfar en la vida, ganarse la aprobación de su familia y de sus amigos y de las mujeres. Quería, por encima de todo, ser muy talentoso, pero siempre había tenido dudas, así que toda la aprobación que recibía lo hacía sentir desgraciado porque le parecía que era falsa. Y me dijo que se ha dado cuenta de que sí tiene talento, pero no de la manera que él esperaba, no el talento que creía tener, no como en sus fantasías de la infancia. No el talento tradicional. Dice que cree que su talento real está en el área de la conceptualización: saber ver una cosa, saber cómo algo se podría hacer, adaptar las ideas a nuevas formas, innovar, en vez de construir de la nada. Manifestó que pensaba que su talento no se ajusta exactamente al concepto tradicional de la industria cinematográfica, y que quizá por eso se marchó de Los Ángeles de manera intuitiva».