Figura indiscutible de la escena vasca gracias a sus dos bandas más populares, Kortatu y Negu Gorriak. Siempre comprometido política y socialmente, asume ahora un nuevo reto: protagoniza junto a Albert Pla el musical «Guerra».

Decía Brecht: «Cuando los de arriba hablan de paz, los de abajo debemos prepararnos para tiempos de guerra».Una advertencia que casi un siglo después sigue siendo válida?

La historia de la humanidad no avanza a la velocidad que algunos quisiéramos y en este periodo de tiempo que nos ha tocado vivir, donde el capitalismo del desastre se ha convertido en un gran negocio, los de abajo tenemos que estar en alerta permanente.

¿Qué papel interpreta en Guerra?

Soy una ciudad, soy la ciudad con sus contradicciones y convicciones, albergando al libertador y al tirano, al pueblo y al mismo ejército que intentará destruirme.

¿Se puede reinventar la democracia?

Seguro que sí. Esto no es el fin de la Historia como predijeron los agoreros interesados en la memoria única y oficial. Se reinventará la democracia y el sistema de organización política de la sociedad así como el reparto de la riqueza, y ocurrirá en este siglo.

Usted es un independentista convencido. ¿Qué conclusiones saca de las últimas elecciones en Cataluña?

Que Cataluña debe poder hacer un referéndum de autodeterminación para decidir si quiere ser independiente o no, de la misma manera que lo han hecho ya Escocia o Quebec. Y respetar la decisión que se tome. Lo mismo para el País Vasco.

El discurso de Podemos le ilusionó.

En un principio sí, pero después de las elecciones europeas han dado demasiados bandazos sin una dirección clara y eso ha sido bastante desilusionante. Aún así, me gustaría ver a Iglesias como presidente del Estado español, pues tengo la convicción de que, entre otras cosas, promovería el referéndum en Cataluña y resolvería el proceso de paz en Euskal Herria. Y además creo que la idea de la confluencia de la izquierda sigue siendo la solución. El ejemplo lo tenemos en Navarra.

¿Necesita situarse al borde del precipicio en lo que hace?

Solo del riesgo consigo la satisfacción creativa. Intentar no perder el equilibrio en el filo de la navaja, aprendiendo a vivir con el dolor, y confundir a la muerte al grito de ¡Viva la vida! Esa es mi manera de seguir adelante.

En 2015 se cumplen 30 años desde que salió el primer disco de Kortatu. ¿Ha habido o habrá celebraciones especiales? ¿Reivindica todos los discos de Kortatu?

Reivindico todos los discos de Kortatu y todos mis discos y acciones. Aunque me encanten las efemérides, no habrá celebraciones, pues este año sería el 30 aniversario del primer disco de Kortatu, el 25 aniversario del primero de Negu Gorriak y el 15 aniversario del Brigadistak Sound System. Vamos, que sería un desmadre el año que viene celebrar el 30 de El Estado de las cosas, etc. Prefiero celebrar estos aniversarios haciendo cosas nuevas. Y para el 3 de diciembre tendré un disco con temas de toda mi carrera grabados en New Orleans, y un documental sobre el mismo.

«Mi gran obsesión ha sido cambiar el mundo». ¿En qué medida lo ha logrado?

El trabajo autogestivo e independiente en toda mi carrera es ya un referente para muchos, como para lo fueron antes los de otros. La trasmisión de la resistencia es entonces un hecho. Y eso es un gran logro.

El papa Francisco, con sus gestos, ¿ha conseguido que usted cambie su visión respecto a la Iglesia?

No. Aunque ateo, respeto a los cristianos de base y puedo avanzar codo con codo con los teólogos de la liberación, pero no con la Iglesia, reparta ahora hostias con el Francisco o antes con el neonazi Ratzinger.

¿Se reconoce en una bandera?

Con 14 años pintaba una bandera ilegal en todos los lugares en los que podía. Esa bandera estaba prohibida y al llevarla pintada en mi carpeta, un día al salir del colegio había un grupo de antidisturbios de la policía y uno se dirigió a mi. Vio que intentaba taparla y me dio un porrazo en la mano que hizo que la carpeta cayera. Después pisoteó la carpeta. Me dolió más la humillación que el golpe, pero hoy en día cada vez que cierro el puño internacionalista, cinco continentes en uno, y lo levanto, veo ondear la bandera vasca.