Un 27 de octubre, pero de hace ya 12 años, aunque también lluvioso, se inauguraba el Museo Picasso Málaga (MPM), respondiendo así al deseo del artista de que su obra estuviera presente en la ciudad que lo vio nacer en 1881.

En aquel momento el rey don Juan Carlos, que inauguró el MPM junto a doña Sofía, dejó clara ya la trascendencia del nuevo espacio expositivo: «Málaga se merece este museo y también Picasso».

Tras más de una década de actividad en una privilegiada sede, el Palacio de Buenavista, José Lebrero, al frente del MPM en los últimos seis años, se muestra «satisfecho», pero sin bajar la guardia y, de hecho, reconoce que «ahora hay más exigencia y autocrítica para ver cómo continuar en el que creemos que es el buen camino».

En cuanto a los objetivos, que el museo sea capaz cada día de reinventarse, de mantener un nivel de exigencia y de no caer en la banalización. Pero sobre todo, ha incidido, es necesario salir del circuito del centro histórico y llevar la institución y, en general, la oferta cultural, a los barrios. «Hay que ser más activos en la difusión de la cultura entre los que tienen menos herramientas para disfrutarla y vivirla», defiende Lebrero, de modo que «muchas personas en la ciudad sientan la institución como propia, la disfruten y de alguna manera les sirva para mejorar algo su vida».

Entre lo positivo de estos años, el director artístico del MPM no duda en destacar aspectos como que «personas que no tienen cargo ni posición económica ni cultural ni política me paren en la calle o en algún sitio inesperado y me den las gracias por el hecho de que el museo exista».

Eso sí, hay mucho trabajo por hacer, sobre todo en el sentido de acercar la oferta cultural de la ciudad, «cada vez más rica y compleja», a aquellos barrios que «no están en el centro y no son parte del casco histórico y de ese mundo cultural», según Lebrero. En suma, se hace necesario, resalta, «trabajar más articuladamente, entenderse mejor unas instituciones con otras y comprender que si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña».

Precisamente, uno de los pilares sobre los que se asienta la labor del MPM, que ha tenido como anteriores directores a Carmen Giménez y Bernardo Laniado-Romero, es su compromiso en acercar la obra de arte a la sociedad civil. Por ello, los programas de actividades que se diseñan tienen como objetivo a un público muy diverso. Lebrero hace especial hincapié en un colectivo del que «nos olvidamos mucho», la tercera edad: «Tienen muchas horas libres y me encantaría poder contar con ellos como voluntarios, ya que su experiencia de la vida y su sabiduría del trabajo y del tiempo enriquecerían al museo», asegura el timón del Picasso.