­Madrid, el Monte Gurugú y Melilla son los lugares en los que se ambienta 'El Salto', guión por el que Flora González ganó el Premio SGAE Julio Alejandro. Un subsahariano residente en Madrid con vida estable, mujer y una hija, aunque con situación administrativa irregular es el protagonista de esta historia, que comienza cuando, de pronto, un día se ve metido en un centro de internamiento de extranjeros y a punto de ser deportado a su país. El Monte Gurugú, lugar en el que se encuentran los campamentos de subsaharianos que quieren saltar las vallas entre Marruecos y Melilla, será su destino, un purgatorio. Las personas que llegan allí llevan a sus espaldas un largo y tortuoso camino, algo que Flora González quiere reflejar en su guión. «He tratado de abordar el tema con el mayor respeto posible, empatizando con quienes están en el lado más débil», explica la malagueña, que confiesa haber tenido que ser muy prudente a la hora de escribir debido a lo delicado del tema: «He preferido no contar los detalles que no sabía con seguridad y he intentado no inventarme demasiadas cosas para que el guión fuera lo más realista posible».

Un largo proceso de documentación -ha durado casi un año, más tiempo que la propia escritura-, le ha servido a la malagueña para tener su propio punto de vista sobre el drama que aborda y contar una realidad ficcionada con la que pretende emocionar a la gente. «Mi objetivo como guionista es contar historias, sin necesidad de transmitir un mensaje concreto», cuenta González.

La malagueña confiesa que mientras escribía El salto tenía en mente la película Un profeta, de Jacques Audiard: «Tiene una forma de narrar que me gusta mucho, y mi inspiración era conseguir un tono que estuviese en la línea de esa película». Aunque confiesa no tener en mente ni director ni actores para la posible adaptación al cine de su texto, la escritora espera que este guión sea el primero de su carrera que consiga convertirse en película: «El guión está muy trabajado, aunque probablemente si entrase en producción habría que seguir trabajando en él... No es algo estático», reflexiona Flora González.

Los 25.000 euros de dotación del galardón no sólo suponen una inyección de adrenalina para su ganadora, sino también un tiempo de tranquilidad económica: para los guionistas como ella, que trabajan de manera eventual en uno o dos proyectos por año, es un dinero que viene muy bien. Porque resulta muy difícil vivir del audiovisual, pero la malagueña puede presumir de haberlo conseguido.

Y es que el papel del guionista en España, en nuestra industria de contenidos, no siempre ha tenido el reconocimiento que los autores quisieran. «La figura del guionista parece que es la que menos brilla dentro del audiovisual, pero no quiero caer en el pesimismo y la queja, porque creo que ahora las cosas están cambiando para bien», opina la malagueña, que dice comprobar cómo los guionistas toman conciencia para mejorar de forma colectiva. Y Flora González ve en el premio obtenido una buena forma de reconocer el trabajo de los profesionales de su sector: «Por la cantidad de gente que me ha felicitado he visto que este premio es más importante de lo que creía».