Apasionado, optimista y consciente de los sacrificios que requiere su profesión, Ullate sitúa la danza española en lo más alto a nivel mundial. «El instrumento de trabajo de un bailarín es su cuerpo. Y hay días en los que te duele aquí o allá y tienes que olvidarte del dolor», sostiene.

¿Estas tres coreografías que trae a Málaga resumen la esencia de sus inquietudes estilísticas?

Claro que sí. Son tres de mis piezas cumbre, a pesar de que estos últimos años han sido de éxitos con todo lo que se ha hecho: Samsara, Wonderland, El arte de la danza... Jaleo es una coreografía que hice en los años noventa y que ha sido un bombazo desde su estreno en Nueva York. El bailarín demuestra en esta bulería sus proezas técnicas. Y entre el braceo, el ritmo y el virtuosismo del clásico junto con la fusión del movimiento contemporáneo hacen que esta coreografía levante pasiones por todos los sitios a los que vamos. Luego está Après toi, que es una coreografía que dediqué a mi maestro, Maurice Bèjart, en agradecimiento a todo lo que me dio. Él me dio a conocer el mundo y gracias a él me di yo a conocer como bailarín. Es una coreografía muy emotiva. Estando él de cuerpo presente, una de las músicas que pusieron en su funeral fue el segundo movimiento de la séptima sinfonía de Beethoven, que le encantaba. Entonces pensé que algún día haría algo sobre ello. Y para Bolero me inspiré en Ravel y en el glamour de los años veinte del siglo pasado.

En los años veinte es cuando el hombre comienza a tomar protagonismo en la danza, territorio hasta entonces exclusivo de la mujer. ¿Sigue siendo el ballet mayoritariamente femenino?

Va cambiando poco a poco. Cada vez hay más familias cuyos hijos quieren dedicarse al ballet y se está perdiendo esa mentalidad de que la danza es cosa de niñas. Y supongo que en este sentido se habría avanzado mucho más si en España hubiese compañías de ballet en cada ciudad, como pasa en Alemania o en los países del Este. Aunque debo reconocer que ahora hay una inclinación por parte de los políticos hacia la danza. Este año hemos tenido a Cristina Cifuentes en dos ocasiones en nuestros espectáculos, y también vino a vernos el ministro de Cultura.

¿Como impulsor de un escuela de prestigio, cuál diría que es el mayor inconveniente con el que se topa un aspirante a bailarín en España?

Los estudios. A pesar de que los alumnos pueden estudiar por las tardes, no deja de ser un inconveniente tener que estudiar el bachiller fuera del recinto en el que estudian danza. Lo ideal sería que estuviera todo integrado.

¿Hay que estar preparado para sufrir físicamente si se quiere bailar?

Ser bailarín es una profesión en la que el instrumento de trabajo es tu cuerpo. Y lógicamente hay días en los que te duele aquí o allá y tienes que olvidarte del dolor. Llegas incluso a no sentirlo. Tu inspiración y deseo de bailar es tal que muchas veces olvidar un dolor de cabeza o un dolor de muelas. También hay momentos en los que te encuentras muy bien, has descansado y no te duele nada.

Su maestro, Maurice Bèjart, decía que el baile es una forma de llegar a la belleza. ¿La búsqueda de la belleza ha sido su motor a la hora de bailar y crear sus coreografías?

Uno siempre baila para conseguir lo mejor y tiene un ideal de cómo quieres hacer las cosas. Pero nunca llegas a gustarte al cien por cien, siempre quieres superarte y hacerlo mejor. La belleza la tiene cada uno en su interior. La vida hay que disfrutarla mucho cada segundo.

A pesar de los duros momentos que le ha tocado vivir...

Yo he vivido momentos en los que quería que se abriese la tierra y me tragase. No sabía cómo salir de ellos. Pero hay que olvidarse de lo malo y disfrutar del presente, que es maravilloso: por ejemplo, este año tenemos gira por Europa y Latinoamérica.

¿Está la danza española donde merece?

Por nuestra formación, hemos estado muchos años pensando que lo de fuera era todo estupendo y que lo de casa era lo peor. Y eso continúa pasando. La gente admira al ballet de Hamburgo, por ejemplo, y el de España no tiene nada que envidiarle. Nuestra compañía es reconocidísima en el mundo entero y hay bailarines formados en nuestra escuela en todas partes del mundo.

¿Cree que el futuro será distinto después de las elecciones del 20 de diciembre?

No sé si será distinto porque los políticos, los que están o los que vengan, vayan a cambiar. Pero siempre hay que tener esperanza. Todos los bailarines que se han ido a trabajar fuera quieren volver y tener trabajo en su país. Lo que hace falta es mentalizar a todos los políticos es que la danza es necesaria; de que hay que valorar y proteger el arte.