Chiapella acude esta noche al Teatro Alameda con Sí, soy el señor (23.00 horas), un espectáculo de monólogos en el que cuenta experiencias reales vividas con familiares, novias y amigos. Afirma que no le molesta ser conocido por el personaje televisivo, aunque reconoce que le va a costar mucho trabajo quitarse el «sambenito» del Cuqui.

¿Qué encontrará el público en este espectáculo?

Es una especie de retrospectiva de mi persona, con cosas nacidas de situaciones auténticas pero llevadas al extremo para provocar la gracia, porque si las cuento tal y como son la gente a lo mejor sale llorando. El punto de partida es auténtico pero luego está extrapolado para convertirlo en comedia. Es un repaso a la familia, novias, exnovias, amigos, gente que me encuentro... No dejo títere con cabeza.

La gente le reconoce por el personaje de Amador, el Cuqui o Capitán Salami. ¿Están presentes también en el monólogo?¿Le molesta ser conocido únicamente por este personaje?

Amador aparece en un par de momentos porque entiendo que mucha gente va al teatro a ver a Amador, no a verme a mí. Pero luego es una historia completamente personal. Y en cuanto a si me molesta, después de nueve años ya me he acostumbrado, pero no me molesta porque entiendo que mucha gente me ha conocido directamente con este personaje. Es normal. Además, entiendo que es cuestión de tiempo, cuando termine la serie y todo desaparezca habrá otros proyectos e intentaré quitarme el «sambenito»; que no va a ser fácil, pero para eso soy actor, para intentarlo.

¿Se siente encasillado en la comedia?

Personalmente no me siento encasillado y no tengo miedo a encasillarme porque antes de hacer comedia en televisión hacía teatro y por mi aspecto siempre tendían a darme todo lo contrario: siempre me daban el papel de macarra o maltratador. Entiendo que la gente tiene una imagen mía de comedia, pero con el tiempo creo que conseguiré alcanzar el proyecto que me quite esta etiqueta. Y si no, pues nada, seguiré luchando por conseguirlo.

¿Cómo le afecta ser tan popular en lo personal? ¿Puede ir tranquilamente a tomarse un café sin que la gente le acose?

Es complicado. Personalmente he cambiado poco o nada, sigo siendo el mismo, lo que he cambiado son ciertos hábitos. Por ejemplo, yo soy de Albacete, donde hay una feria enorme muy popular que se llena de gente y a la que no puedo ir. Tengo que ir a sitios muy concretos, no por nada, sino porque entonces dedico mi tiempo de diversión a atender a la gente que quiere hacerse una foto. Quitando esos pequeños detalles, por lo demás intento hacer una vida lo más normal posible porque si no sería una locura.

¿Qué nuevo tipo de personaje le gustaría interpretar?

Hay tantos personajes y tan poco tiempo en la vida... Me encantaría hacer de marinero de barco o de cura. Sobre todo hacer drama, porque me divierte mucho a nivel de preparación y creación del personaje. Tengo ganas de hacer un dramón de estos de decir «madre mía que acabe ya, pobre hombre...».

¿Qué opina sobre que el Gobierno mantenga el 21% de IVA cultural?

Me parece lamentable, porque además hay revistas del corazón que creo que pagan un 7% o 10%. Me parece una manera de capar, ya no sólo la creatividad de los profesionales del medio sino también a la gente que tiene que desembolsar más pasta para disfrutar de la cultura. Es un lastre que hay que eliminar cuanto antes. Me parece fatal, horrible. Es un hachazo a la creatividad en toda regla.

¿Cree que en las próximas elecciones generales van a producirse cambios?

Lo bueno es que con este maremoto de partidos que han surgido casi seguro que no va a haber una mayoría absoluta, con lo cuál van a tener que pactar unos y otros y llegar a acuerdos, que en definitiva es de lo que trata la política. De lo que estoy seguro es que no quiero que nadie, ni uno ni otro, tenga mayoría absoluta. Siempre que hay división de colores, de ideas, suelen surgir acuerdos interesantes donde todo el mundo sale beneficiado. Que haya acuerdos y que la gente se acomode a ellos me parece bien. Es lo que creo que va a pasar. No creo que ninguno tenga mayoría. Tal y como están las cosas lo veo complicado.

¿Se ve sacando el pasaporte para ir a actuar a Cataluña?

No creo que llegue a ocurrir. Tampoco tengo una idea clara sobre si quiero o no que se independicen. Yo prefería que siguieran en España porque además tengo mucha familia allí. Muchos de ellos se sienten españoles y otros muchos se sienten muy catalanes. Y prácticamente diría que es un fifty-fifty. En lo que sí estoy completamente de acuerdo es en que les pregunten directamente: que haya un referéndum directo y que el pueblo decida qué quiere ser y cómo ser. Y una vez visto, si una mayoría aplastante quiere irse fuera de España, pues habrá que escucharlos y ver cómo solucionar este asunto. Con lo que no estoy de acuerdo es con el hecho de no preguntar y mirar para otro lado; cuando a lo mejor un 50% de la gente está pidiendo una cosa. Hay que escucharlos, y no digo escucharlos y con las mismas separarse y ya está, pero sí por lo menos atender qué es lo que quiere la gente. Hace falta esa pregunta directa: qué quereis ser. Estoy a favor del referéndum. Y si ocurriera que el 80% o el 90% quieren ser catalanes o españoles, pues a la larga las cosas se situarán en su sitio. No creo que sean tantos como parece, pero es necesario hacer ese referéndum. Con todo el follón que hay de corrupción en ambos partidos hay un punto en el que podría parecer que están abusando de esta historia para tapar otros asuntos que le harían mucho daño a ambos. Hacer la pregunta a los interesados es esencial.

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Estoy preparando la obra de teatro La puerta de al lado con Sergio Peris-Mencheta y Silvia Marsó, que se estrenará en febrero en Avilés. Es una vuelta de tuerca de la atracción de un hombre y una mujer. Parece una historia manida pero el tratamiento es muy particular y convierte una cosa mil veces contada en un proceso muy auténtico de trabajo y de texto. Y también una película con Luis García Berlanga llamada Viva la vida, que cuenta la dramática historia de un fontanero al que desahucian.