Por muchos libros que tengan en casa, de pocos malagueños puede decirse que se han criado, literalmente, entre ellos. Mateo Fernández sí pasó su infancia rodeado de libros, estanterías y lectores porque su padre, el luego concejal José Fernández, abrió la primera biblioteca municipal de Vélez. «De párvulo me crié allí, pegado a los libros», cuenta.

Y junto a los libros seguiría toda su vida porque este veleño de 72 años ha estado unas dos décadas trabajando en la biblioteca de su infancia y cerca de 40 años como profesor en Archez, su ciudad natal Vélez y Málaga capital -en el colegio Hernández Cánovas-. «He sido profesor en EGB de Historia, Geografía... todo lo relacionado con las Humanidades. Y siempre he dado esquemas a los alumnos, para que hagan el otro 50%. Yo les daba la guía y ellos debían aportar su interpretación», explica.

Mateo Fernández, además de para maestro y graduado social, estudió Filosofía y Letras en la primera promoción, la que estrenó el edificio de la Alameda Principal y pese a la que está cayendo, ya sea el cambio climático o la sinrazón terrorista, este profesor jubilado se confiesa un optimista: «Creo en el Hombre y en que siempre hay que ver el lado positivo».

Por eso, hace años que escribe sus reflexiones filosóficas y poéticas en forma de verso libre, que han sido agrupadas en cinco libros, el último de los cuales se presenta esta tarde, a las 19.30 horas en el Centro Andaluz de las Letras (calle Álamos, 24). El libro se titula Impactos (8 euros) y será presentado por su amigo de la infancia en Vélez Málaga el pintor José Adolfo Hierrezuelo.

Como explica Mateo Fernández, para entender su poesía hay que entender primero las tres esferas en las que concibe al ser humano en cuanto persona física, voz y palabra y por último alma.

El profesor se siente influenciado por los poetas de la Generación del 27, en especial los malagueños y por otros como Jaime Gil de Biedma. «Es una reflexión sobre el Hombre y sus relaciones, la fuente de donde sale la inspiración es el sentir», explica.

Los poemas, todos sin título «para que el lector los interprete», nacen de la capacidad de observación del autor a cualquier hora del día, aunque muchos, detalla, nacen con el alba.

«Observo el medio cotidiano, yo lo comparo con un tambor que toca el instrumento, lanza sonidos y al final queda una armonía, que es lo que luego tú escribes».

Para el pintor José Adolfo Hierrezuelo los versos de su amigo se encuadran dentro del «surrealismo onírico, sutil y mágico» y tienen ecos de la filósofa veleña María Zambrano.

Mateo Fernández ha escogido este adelanto de su libro, el quinto de una producción que sigue creciendo y que, como destaca, «es una obra para gente con ciertas inquietudes». Hoy a las 19.30 en el CAL. «Salud, equilibrio permitidme la conducción de mis ruedas que suben a los conos del viento, al vómito de las cenizas, donde se lee lo que viene de lejos, de dentro».