Ya estamos de regreso queridos lectores, tras una escapada de última hora, huyendo de los fastos navideños a la telúrica Granada , aprovechando la estancia para confirmar de primera mano la soportable levedad del ser, visitando una exposición de momias de varios periodos y distintos puntos geográficos del planeta que nos sostiene, ubicado en el gigantesco parque de las ciencias de la capital del piedemonte macizo más alto de la península. Una visita esperada, un tanto exasperante por la cantidad de infantes correteando por todos lados con sus móviles flasheando cada movimiento y unos padres despreocupados que dejaban a los chiquillos sueltos como una piara de pequeños hooligans con bolsa de bocata de mortadela en ristre, campando a sus anchas por las instalaciones con menos tacto que Bertín Osborne cantando por Sinatra. Pero bueno, visitar Granada siempre es motivo de alegría, para la vista y para el paladar. Un fin de año en pijama retirado del mundanal ruido, del gentío y del establishment navideño.

Curioso las polémicas con los vestidos y los no vestidos de las señoras de la tele y el sexo de los magos. Parece que pintar a un señor de negro para hacer de mago está normalizado, pero una señora con barba o sin ella es una locura, como precedente de María Gámez y la noticia del Papa y su reina maga, si es que el papel de fumar se está acabando para poder sostener algún que otro miembro colgante. El doble rasero con el que se tratan algunos temas es alarmante. Parecen que las chicas monas y mediáticas que hacen lo que le viene en gana, no tienen voz y voto, de florero y tonta del bote no la bajan, no sé si lo que sienta mal es su no vestido o lo de guardar la línea bajo llave y tener éxito. Mejor no seguir indagando. Yo por lo pronto lo de la línea que la he convertido en curva intentaré enderezarla, donando las hojaldrinas y mantecados de coco a cualquier persona de buen corazón y buen saque.

Nuevos y viejos propósitos, yo el primero parece que se va a cumplir antes de terminar enero, ya está el disco terminado, masterizado y con el arte del libreto en proceso, sudor, alegrías y alguna que otra lagrima ha costado sacarlo adelante, pero os puedo asegurar que ha merecido la pena el gran esfuerzo por que he quedado muy satisfecho con el resultado final. La opción de independencia total parece ganar la balanza después de probar la sopa de las casas discográficas que precisamente no están para mucho caldo. Y el mejor de los propósitos lo aprendí el año pasado y pienso perpetuarlo tras solapar el calendario. Ahora más que nunca es la hora de retomar la vereda de la raza, la del ser uno mismo con todas sus consecuencias. De darle la justa importancia a las rutinas casi insalvables que nos pone la vida diaria en nuestro camino.

La hora de darle su sitio a quien lo merece, esos que están ahí tendiendo la mano amiga cuando lo único que te tiende la mayoría es la soga para colgar tus sueños. Es la hora de hacerle poco caso a los que aconsejan para poder vivir de oído mejor y a tu manera, ver lo bueno que nos rodea sin perder la vista al frente, vamos a la vida, vamos a lo que realmente importa. Como decía Nietzsche sobre el postureo: «hay que ir a la busca de situaciones donde no sea permitido tener virtudes ficticias, en las que uno, como el bailarín en la cuerda, se precipite o se sostenga; o se salve...» Que os traigan muchas cosas los reyes magos, las reinas republicanas o los elfos de la CUP, pero cosas de las que no se pueden comprar, salud y feliz año.