­­'Alma' (Minotauro) llega a las librerías el 19 de enero. Una investigadora de lo paranormal, el autor de un bestseller sobre sus experiencias con la ouija y unos científicos que han creado un sistema capaz de recoger sonidos de otra realidad protagonizan lo nuevo de Carlos Sisí, un acercamiento a «un mundo sin un más allá porque todo está aquí, rodeándonos».

Ahora, una novela de fantasmas. Da la impresión de que, como Kubrick, se plantea cada obra como una especie de interpretación de un palo estilístico, de un género€ ¿Es así conscientemente o, más bien, una decisión fruto de la intención de no aburrirse profundizando sólo en un tono, en un género?

No lo sé, de verdad. Sigo mi instinto. Escribo cosas que me apetecen. Generalmente me viene una idea y rebota por mi cabeza durante un tiempo, o sueño con algo que me emociona y se queda a vivir conmigo. Si está por ahí durante mucho tiempo, acabo haciendo algo. Siempre me gustó el mundo de lo paranormal y aunque a priori el tema de los fantasmas estaba ya muy manoseado, encontré la manera de aportar algo nuevo. En el caso de Alma, cuando empecé a escribir mi historia me di cuenta de que no sabía mucho de la parte real de ese mundillo. Hay gente conectada, médiums, sensitivos, hay experiencias, testimonios inexplicados (que no inexplicables), que merecía la pena explorar. Pude haber imaginado cosas, fantasmas horribles sedientos de venganza, pero quería saber realmente qué hay detrás de todo eso.

En el pequeño texto de introducción a Alma que ha escrito en su web da la sensación de que el making of del libro sería tan apasionante o más que la propia novela. ¿Es así?

De hecho sí. Hubo un momento en el que me disgustó manchar todo lo que había aprendido y vivido de ficción. Me parecía una pena, pero en el fondo soy un cuentacuentos y tenía que contar una historia con todo eso. Gran parte de lo que se cuenta en el libro es verdad. Tuve la asesoría de Irene Hernández Benito, entre otras personas; por ejemplo parte de lo que ocurre en el primer capítulo son vivencias personales suyas por increíbles que parezcan.

¿Ha tenido experiencias personales con fantasmas, con espíritus, con presencias?

Sí, y más que con fantasmas, con capacidades. Tuve una cuando tenía dieciocho años, compartida con mi exnovia, y luego no volví a tener más hasta que empecé a escribir este libro. Es curioso porque hubo un momento en el que dudé de aquel recuerdo, se fue haciendo borroso e impreciso en mi cabeza, y acabé desdeñándola. Hace poco volví a ver mi ex y le pregunté; lo recordaba vivamente, y la intensidad del momento se instaló de nuevo en mí. Ahora no se trata de que crea, ahora sé.

¿Tenemos mucho que aprender de los fantasmas y de nuestro contacto con ellos?

No tanto de los fantasmas. Cuando hablas con esta gente conectada lo primero que te dicen es que los fantasmas son la parte morbosa de un entramado espiritual del que formamos parte pero que por algún motivo hemos dejado de lado. Ponen los ojos en blanco, como algo sabido. «Sí, están por aquí», dicen, «¿Y qué?».

Una de mis películas favoritas del último Clint Eastwood es Hereafter (Más allá de la vida). Fue bastante vilipendiada, yo creo que precisamente por su acercamiento al tema de los médiums, algo de lo que solemos reírnos.

Esa película trata muy bien el descrédito en el que un periodista o un científico puede caer por tocar ciertos temas. Es algo muy curioso, creo que forma parte del ego humano: si tenemos esta ciencia, y no podemos medir tal cosa, ergo: Tal cosa no existe. Creo que aún tenemos una tecnología de juguete del siglo XXI. Seguimos quemando gente en la hoguera por decir que la Tierra es redonda. Preferiría una mente más abierta: «De esto aún no se sabe nada, no lo hemos podido comprobar, no sabemos todavía, no hay nada confirmado». Pero es cierto que cuando hablas de ciertas cosas se interpone un muro de rechazo. Son magufadas, paparruchas, algo risible. Puede ser miedo, puede ser cualquier cosa. Hay que tener en cuenta que existe muchísima basura y aún más fraude sobre estos asuntos, y es fácil bucear en internet para encontrar una cantidad de absurdidades y patrañas mayúsculas. Pero ahora sé que hay mucho que aprender, mucho que recordar, que sentir, y todo eso tiene un mensaje precioso al que nos convendría prestar atención porque nos iría mejor como individuales y como especie. Mis fuentes eran todos profesionales de otros ámbitos, todos con mucho éxito en sus quehaceres. No vendían libros de autoayuda, no intentaban convencer a nadie. De hecho la mayoría me dijeron que usara libremente su conocimiento y vivencias pero que no usara sus nombres. Eso me gustó.

Su página web es www.loscaminantes.net

Eso viene más bien de la época en la que Los Caminantes era el único libro que había escrito. Luego registré el otro dominio y uno redirige al otro. No me siento para nada encadenado al éxito de Los Caminantes; de hecho escribí la cuarta parte como agradecimiento a esos lectores que apoyaron esas novelas y me permitieron escribir cosas como Panteón, Midnight o ALMA, libros que hubiera sido más difícil colocar de no haber tenido unas ventas detrás. Escribir sobre zombis es divertido, y es lo que hago, entre otras cosas; los lectores de Los Caminantes son geniales, muy cariñosos y entusiastas, y para ellos continuaré la serie mientras quieran seguir leyéndola, intercalándola con otras novelas. A mí me parece un buen plan...

Por cierto, ¿y la película de Los caminantes? Es un proyecto que nunca se acaba de concretar.

¡Hey, se han vuelto a vender los derechos! Ahora mismo se está moviendo otra vez. Es solo un primer paso para una serie de cosas que tienen que ocurrir para que la novela tenga su versión cinematográfica, pero ahora mismo se están produciendo; ya veremos si llegan a buen puerto.