La saga de fantasía medieval La balada de las landas perdidas es un hito imposible de olvidar en el noveno arte europeo. Una obra en la que dos de los nombres claves en este terreno alcanzaron una de sus más altas cotas artísticas. Por un lado, el prolífico guionista Jean Dufoux y por el otro el gran dibujante Grzegorz Rosinski pusieron las bases del género con cuatro álbumes imprescindibles que llevaban los títulos de sus personajes principales. El éxito del proyecto dio lugar a que el narrador belga se uniera, cinco años después, al dibujante Philippe Delaby para crear un precuela que, con el subtítulo de Los caballeros del perdón, se materializó en otros cuatro álbumes en la misma línea. Con el mismo éxito de crítica y público que su predecesor, quiso la casualidad que el último volumen, Sill Valt, tuviera un componente trágico, ya que Delaby murió durante el proceso creativo, llegando hasta la plancha 33. Pero su espléndido trabajo lo retomó su aprendiz y ayudante, Jérémy, que, en unos momentos muy duros para el equipo, se encargó de dar por finalizado tanto el proyecto como todo lo referente a esta historia. Ya en el prólogo del mismo se puede leer un texto emocionante de Dufaux en el que recuerda al amigo y compañero de profesión.

Sobra decir que, una vez más, en este álbum cada viñeta es una pequeña obra maestra de detallismo y minuciosidad artística. Todos los encuadres y formatos están especialmente pensados para reflejar tanto la dureza de la vida en la baja Edad Media como las fenomenales construcciones góticas que aparecen de forma constante ya sea materializadas en fortalezas, castillos, ermitas o viviendas. Incluso las escenas fantásticas tienen un aroma más propio de las novelas de caballería del siglo XV tipo el Amadís de Gaula o Tirante el Blanco que de las actuales aproximaciones de las novelas históricas ya que el protagonista ha de pasar constantemente por numerosas pruebas antes de lograr su objetivo. Todo salpicado de un erotismo al estilo completamente explícito que cobra mucho más protagonismo que en álbumes precedentes. Y es que, La balada de las landas perdidas no es ni más ni menos que una aventura shakesperiana con elementos de la mitología celta y escandinava en la que se mezclan las conspiraciones familiares con la magia y la brujería. Principalmente cobran especial relevancia los ecos de Macbeth u Otelo, aunque pasadas por una sobredimensión de la épica guerrera más cercana a El señor de los anillos.

Si la historia original aborda la figura de Sioban, hija de un legendario rey de las tierras de Eruin Dulea derrotado por un maléfico hechicero llamado Bedlam, la precuela se centra en el caballero Seamus y los guerreros de la santa cruz que se enfrentan a las antiguas brujas moriganes. Uno de ellos, Sill Valt, es el que protagoniza este último número ya que tiene que volver a su pueblo para mantener la lucha final con el hada Sanctus. En fin, una obra imprescindible que cierra un capítulo de los momentos más brillantes del cómic medieval de los últimos 30 años.