Después de una semana retirado de los ruedos, no por una cornada de dos trayectorias sino por una mudanza de una sola, arriba y abajo cuatro pisos, vuelvo y revuelvo las veces que haga falta a este divina columna, aunque la columna de un servidor esté como la de la hermana de Urtain después de acarrear piedras. La vida te sacude más que un movimiento de placas frente a la costa, pero bendito meneo vital: menear las lentejas, sacudir el polvo y preparar la salida del disco, todo en uno. Ahora os cuento.

La televisión la tenía apagada, más que nada porque, en realidad, no tenía pensamientos de agenciarme ninguna -con una novia con semejante colección de vinilos y un tocadiscos pidiendo pan no entraba en nuestros planes una pantalla coronada con gitanita canastera en su techo; pero mi señora hermana, que es un encanto, ya se encargó de ello-. Con sólo prenderla un rato me empaché de titiriteros con corbata, pujoles comisionistas, de las hechuras de Pablo Iglesias en frac y de la infanta de limón con cara de póquer preocupada por que la del servicio no podía entrar con ella al juzgado para ponerle el tentempié de media mañana a ella y a su futuro convicto marido. Yo bastante tengo con los pactos con el Procono y el albañil que viene a sellar el plato de ducha... ¡Ah! Y, como decía antes, con la organización de la presentación del disco... Sí, créanselo: por fin sale ya... Son las cosas de ser indie-gena (independiente no cool)

Las cosas van más lentas porque no hay nadie en quien delegar. Aún así ya tenemos fecha, banda, disco, portada, promotores, vídeo e invitados de postín.

23 de abril en La Cochera Cabaret. Tomaré la alternativa zurda con el nuevo proyecto gestado en la capital del reino. Después de narraros con pelos y señales cada paso de un servidor por los madriles de la mano de Candy Caramelo, ya toca enseñar al niño, que precisamente prematuro no ha sido; más bien se ha quedado algunos meses más disfrutando en el vientre mental de un padre que ha tenido que tirar de pata de cabra para mostrarlo al mundo. Pero, sin duda, puedo decir que ha merecido la pena: un productor que lo ha vestido con las mejores galas, dos padrinos de excepción, Ariel Rot y El Twanguero, que lo han acicalado y le han rizado el rizo, a golpes del mejor batería de España, José Niño Bruno, mecido en los mejores estudios de Madrid, Eurosonic y Mg Estudios; y el lacito de la masterización se lo ha puesto el inmenso José Nortes, en su recién estrenado estudio Black Beauty.

Para la ocasión he preparado una banda que quita el hipo, con el gran Coki -Amaral, M-Clan- a los mandos de la batería; al bajo, el inmenso Oliver Sierra -Chambao, Jorge Pardo- y dos viejos conocidos de las movidas zurdas: Pepe Blanca, a la guitarra, seguridad y un corazón de oro, y, como director musical, después de casi veinte años conmigo, Manuel Moles, con su Hammond -de verdad- y su piano sureño. Cuatro tipos que junto a mí defenderán un disco que nace con ganas de comerse el escenario, de ver la luz y mostrarse al mundo para gustar y gustarse.

Todo llega... Quién me iba a decir a mí hace tres años, justo cuando empecé con estos artículos la de cosas que iba a vivir y la de sueños que iba a cumplir. Sin parecer pretencioso, podría perfectamente colgar los trastos mañana que ya estoy más que cumplido y satisfecho. Ni que decir tiene que el día 23 de abril tendré a unos capos dándome la alternativa: mi hermano Caramelo tendrá la deferencia de darme su bendición y también algún que otro maestro capitalino que están haciendo lo posible para sumarse al magno evento. Después arrancará la gira oficial con su puesta de largo en Madrid, donde estaremos abrumados de amigos invitados y ya iré desvelando las siguientes fechas. Todo esto removiendo las lentejas y comprando el pan, señora; es que no doy abasto... Pero os puedo asegurar que soy más feliz que Urdangarin firmando un proyecto de Noos. «Ni el dinero da el talento/ni el talento carta blanca / algunos se me atragantan/ cuando voy cumpliendo sueños/mi arte no tiene dueños / por eso se soliviantan. / Y me conformo con poco / unos amigos leales//de golfos a intelectuales /un amor sin concesiones /un puñado de canciones/y ni dos días iguales». Me salió muy Martín Fierro... Hasta la próxima semana, queridos.