Juan Gaitán siempre ha puesto en práctica un consejo de Manuel Alcántara: «No hay que escribir nunca muy lejos del punto y final». Quienes lean las columnas del escritor en La Opinión de Málaga sabrán que lo suyo es la búsqueda de lo esencial, la palabra exacta y la alergia a los rodeos. Y en eso sigue, esta vez con forma de microcuento: ha reunido 44 relatos minúsculos en Ciudad violeta (Adeshoras), ya disponible en la web de la editorial y en las librerías de la ciudad. Fragmentos de un puzzle, «episodios de una historia ficticia de esa ciudad irreal y fantástica» pero, dice, «tan pegada» a su propio «territorio literario» -tanto es así que en cada relato se lee la frase un delicado color violeta»-.

Gaitán quiere aportar en el libro argumentos para probar la pertinencia de lo breve, «que no significa ligero»: «La sociedad actual no asume bien las obras muy largas, requieren demasiado tiempo y la gente no dispone de él, excepto en vacaciones. Estamos en una era en la que lo breve tiene más opciones que lo extenso. A todo eso hay que sumarle mi formación y profesión periodística, la costumbre de buscar siempre lo esencial. Y un elemento más. Me gusta caminar por las fronteras de los géneros, por los mestizajes, y a la prosa darle la magnitud que en la poesía tiene la palabra exacta, y a los poemas cierta narratividad, la propiedad de contar algo. Contando con todos esos elementos, especialmente el de buscar la palabra exacta sin más aderezos, necesariamente han de salir obras cortas», defiende. ¿Y qué será lo siguiente, Juan, un libro de tuit ficciones? «140 caracteres son suficientes, ahí están los haikus, con sus diecisiete sílabas, o las soleares, con veinticuatro. La maravillosa soleá que dice: La noche del aguacero/ dime adónde te metiste/ que traías el pelo seco tiene sólo setenta caracteres contando los espacios en blanco... Fíjese si es posible. Hay un escritor de Dos Hermanas, Rafael Linero, todavía poco conocido, que hace algún tiempo viene publicando en Twitter principios de novelas, solo principios de novelas, usando esos 140 caracteres. Quizás es un campo a explorar».

Para Juan Gaitán Málaga es una «ciudad violeta». ¿En qué sentido? «En el de su luz y el color de sus montes. Esto surgió durante una conversación con mi querido Evaristo Guerra, el pintor que, a mi juicio, mejor utiliza la gama de los violetas y los morados, que en sus cuadros alcanzan la excelencia. Un día, hablando de ello, me explicó que Málaga es una ciudad rodeada de montes de color violeta. No me había dado cuenta, pero es así. Y me explicó también la razón. El suelo de los montes de Málaga es rojizo porque es muy ferruginoso. Ese color, mezclado con el azul que se refleja desde el mar, produce el tono violeta. La idea se me quedó rondando durante algún tiempo. Luego empecé a fabular sobre una ciudad rodeada de montes de color violeta y a escribir episodios de una historia ficticia de esa ciudad irreal y fantástica».

Ilustraciones. El libro cuenta con un complemento suculento, las ilustraciones del dibujante Juan Carlos Hidalgo. «La inclusión de ilustraciones forma parte del estilo de Adeshoras, la editorial con la que publico. Sus libros de relatos siempre llevan un magnífico acompañamiento visual. Tuvieron la generosidad de permitirme sugerir ilustrador, y no tuve ninguna duda en escoger a Juan Carlos Hidalgo. Para mí, la seguridad y, al mismo tiempo, la ternura del trazo de Juan Carlos es muy difícil de encontrar en otros dibujantes. Creo que pocos alcanzan su nivel. Lo elegí por eso y porque hemos trabajado juntos mucho tiempo y sabe interpretarme. Las cuatro ilustraciones de Ciudad violeta son magníficas, y tienen, además, un detalle de un delicado color violeta».