La segunda mitad del siglo XIX fue una de las épocas doradas de Málaga. La industrialización trajo consigo la consolidación de una clase burguesa procedente de ciudades europeas como Londres y París. Estos nuevos vecinos que acompañaron el impulso económico se instalaron en nuestra ciudad trayéndose todo lo necesario para conformar sus hogares. Fueron los años de los Larios, los Heredia y los Gross. Una época que marcaría para siempre la seña de identidad de la ciudad.

Ahora, dos siglos después, seguimos descubriendo aquella forma de vida a través de las antigüedades que albergan los comercios de este sector en Málaga. Bucear en este tipo de tiendas es una auténtica aventura, y solo hay que curiosear un poco para descubrir que Málaga es y ha sido muy rica en antigüedades. Terminada la Guerra Civil estos establecimientos proliferaron en la capital y vivieron años de bonanza. Sobre todo se ubicaron en Carretería. Hoy apenas quedan un par de comercios en esta calle, entre ellos se encuentra Eugenia Saborit, una tienda que según ha confesado su dueña a este periódico pronto cerrará sus puertas.

Hay muchas luces y sombras en el mercado de lo antiguo: negocios que han sido azotados fuertemente por la crisis y que se han visto obligados a cerrar, mientras otros se han reinventando y siguen adelante. También los hay que nacen en plena recesión y han conseguido hacerse un hueco en el sector.

Observando la radiografía del mundo de las antigüedades en Málaga, descubrimos a la cuarta generación de una familia de anticuarios. Se trata de JFernandezAntic, empresa con larga experiencia a la que la crisis obligó a cerrar su tienda en el Paseo de Reding para lanzarse al mercado en internet. Y ha sido la red la que les ha sacado a flote. Es renovarse o morir.

La Casa del Cardenal

En la otra cara de la moneda encontramos un negocio incipiente, que crece y se desarrolla en aras de un nuevo auge de lo antiguo. En la calle Andrés Pérez 13, escondida entre los callejones del entorno Thyssen, encontramos La Casa del Cardenal. Entrar en este establecimiento es iniciar un viaje por la historia de nuestro pasado. Fundado por cuatro apasionados de las antigüedades -uno de ellos sobrino de Antonio Molina-, este establecimiento es mucho más que una tienda. Se encuentra enclavado en un edificio del siglo XIX, con un patio de columnas, y ha sido restaurado pero manteniendo su esencia. La tienda esta dividida en tres salas que albergan todo tipo de artículos, muebles y obras de arte. Un traje bautismal de un diplomático filipino; cómodas de la época imperialista; una hornacina de la Virgen del Carmen; mantones de manila bordados a mano hace décadas, rosarios de plata, figuras de porcelana de los años veinte? Y así un sin fin de objetos codiciados por cualquier enamorado de las antigüedades.

Todo expuesto con una gran exquisitez en estantes pulcros y con olor a flores frescas. Un nuevo concepto de anticuario que se está desarrollando en Málaga. «Nuestra tienda abrió sus puertas en 2011, en plena crisis. Supuso un esfuerzo muy grande y se realizó una gran inversión. Hemos conseguido poner en marcha el negocio y hoy por hoy ya estamos viendo los resultados. Málaga es muy rica en antigüedades», señala Francisco Cano, uno de los socios de La Casa del Cardenal.

El proyecto de estos malagueños no termina con la compra-venta de artículos; ellos quieren fomentar que esa zona del barrio se convierta en un soho de las antigüedades. Participan en actos culturales ofreciendo sus instalaciones para eventos y, sobre todo, generan actividad y trabajo. «Llevamos cinco años dando a vida a un sector que hace veinte años en Málaga era muy pujante, pero del que han logrado sobrevivir apenas cinco establecimientos. Nosotros vendemos y conseguimos vivir de esto, pero no sólo nosotros sino también los talleres de restauración de muebles que trabajan para nosotros, los ebanistas, los restauradores de pinturas, las costureras, las bordadoras.... Ese era nuestro objetivo y lo hemos conseguido. Y estamos muy orgullosos: gracias a que nuestro negocio ha funcionado muchos otros artesanos también han conseguido seguir adelante», añade Francisco.

Son muchos los tópicos sobre el mundo de los anticuarios: el perfil del público muy elitista, tiendas a rebosar de artículos llenos de polvo que no sirven para nada y un sector sólo atrayente para la tercera edad. Nada que ver con la realidad. «Nuestros clientes son cada vez más jóvenes, aunque hay de todo. Personas mayores, adolescentes y de otras nacionalidades. El artículo religioso sigue en la brecha:todo lo que tenga que ver con vírgenes y santos se vende. La moda cofrade esta presente», argumenta el director de La Casa del Cardenal.

Sólo hay que abrir la puerta y entrar para comenzar a viajar en el tiempo. Después llegará eso de presumir de una antiguedad en el salón de casa. The Old Curiosity Shop, es otro de los establecimientos malagueño de antigüedades. Abrieron sus puertas hace veinte años y siguen viviendo de ello. Detrás de esta tienda se encuentran dos hermanas: Victoria, la restauradora, y Marta, la anticuaria. «Abrimos hace veinte años, cuando se vendían muchos pisos, cuando todo el mundo tenía dinero. Y nos fue muy bien. Nuestro negocio era pionero en la ciudad: nadie vendía muebles ingleses del siglo XVIII y el XIX, esa fue la clave de nuestro éxito. Subíamos cada mes y medio a Londres, a las subastas, para traernos material. Fueron años muy buenos», cuenta Victoria Caro-Guedea. A ellas también les llegó la crisis, pero supieron renovarse y seguir adelante.

Su establecimiento es un placer para cualquiera que tenga gusto por los muebles. Cómodas, sillas, armarios, estantes... Lacados, barnices a muñequilla y dorados. Quinientos metros de exposición donde se puede encontrar mil y una ideas para decorar casas o restaurar un mueble heredado en mal estado. Porque ahí esta la clave de su supervivencia. Old Curiosity Shop es también un taller de restauración, en el que, además, se imparten talleres.

«Tuvimos que buscar una salida cuando llegaron las vacas flacas. Así que además de tienda también somos un taller de restauración. Impartimos clases de restauración y ya contamos con más de treinta alumnos», sentencia Victoria, que al igual que otros anticuarios de Málaga sostiene que el perfil del cliente de ahora ha variado mucho y la tendencia en decoración está en esa combinación de lo antiguo y lo moderno. «Un par de piezas clásicas en un salón modernista es lo más. Además ya no hay escusas, comprar una antigüedad ya no es de ricos, con los precios que hay cualquiera se lo puede permitir», asegura Victoria.

@pepalopezmlg