­­Su carrera literaria arrancó en 1996 con El refugio y en 2006 fue finalista del Premio Planeta con En tiempo de prodigios. Siempre ha sido una escritora de éxito, pero ahora Marta Rivera de la Cruz es más popular por su faceta política junto a Ciudadanos. Algunas de sus declaraciones y tuits -especialmente uno en el que hacía alusión al holocausto nazi- han sido duramente criticados, pero ella se toma estos ataques como piedras que se encuentran en el camino. Su nueva novela, Nosotros, los de entonces (Planeta), habla precisamente de cómo la vida camina sin pararse a pensar en nuestros sueños.

¿Verdad que no hay nada como encontrarse con un viejo amigo para hacer análisis de cómo ha transcurrido nuestra vida?

Efectivamente. Los viejos amigos son el espejo en el que nos miramos de golpe. Y en ellos vemos a la persona que fuimos y a la persona que queríamos ser. Antes de toparnos con la realidad: con la persona que somos.

Lo malo de estos análisis es que siempre salen a flote esos sueños que se han quedado en el camino...

Por supuesto. Además es muy humano darse cuenta de lo que uno quería y de lo que tiene. Yo creo que madurar es también aceptar que los sueños se transforman. Y que no tienen que cambiar necesariamente a peor.

¿Siendo una escritora tan prolífica, por qué un día decide meterse en política?

Más que una decisión fue una respuesta a una llamada. Albert Rivera me lo propuso directamente. Conocía el proyecto de Ciudadanos y me interesaba. Siempre he sido muy protestona y andaba señalando todo lo que creía que estaba mal. Y me di cuenta de que de repente me estaban dando la oportunidad de irme al sitio desde el que se cambian las cosas: el Congreso de los Diputados.

¿Puede que estuviera preparada para intentar cambiar las cosas, pero lo estaba para ser señalada y criticada?

Creo que todo el mundo cree que está preparado, pero a la hora de la verdad nadie lo está. También hay que aprender que esto requiere de su proceso y que no todo es como nos gustaría. En el camino hay piedras que tienes que esquivar o saltar cuando llegas.

¿Cómo está viviendo el proceso de formación de Gobierno, sobre todo ahora que su formación y el PSOE han decidido caminar juntos?

Creo que es un momento apasionante. Un momento único e inédito en la historia. Y debemos vivirlo así. Y es un momento que nos debe enseñar a todos a ser más generosos, a escuchar, a proponer, a negociar, a ceder...

A renunciar...

Por supuesto. Eso es pactar. No puedes pretender llevarte todo el gato al agua cuando pactas. Creo que hemos conseguido consensuar algo muy importante, un documento con 200 medidas que son la base para una profunda regeneración democrática. Y me gustaría que esas 200 medidas se leyesen y se estudiasen, olvidando las siglas y quién las ha puesto encima de la mesa. Porque creo que hay muchísima gente, y no son votantes nuestros, que apostarían por ellas.

Hoy [por ayer] se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Usted ha sido criticada por decir que existen muchas medidas en defensa de la mujer que son únicamente cosméticas. ¿Qué le hace pensar esta celebración?

Me hace pensar que hace falta más educación, más medios, más protección, más salidas para las mujeres maltratadas y acosadas. Más dinero para viviendas de acogida, para repartir las pulseras que mantiene a ralla a un posible agresor. Por supuesto que hace falta muchísimo más, porque las cifras de mujeres muertas al año se mantienen o crecen. Y eso es algo completamente intolerable en una sociedad civilizada como la nuestra. Y eso nos lleva a pensar que no hemos hecho lo suficiente y que debemos ser más ambiciosos.

¿Entonces entiende que es útil celebrar el Día de la Mujer?

Celebrarlo es bueno porque es una forma de homenajear a todas las mujeres que se han dejado la piel para que lleguemos a donde estamos hoy. Nuestras madres, nuestras abuelas y las que vinieron antes, que lo tuvieron muchísimo más difícil.

¿Se lo piensa ahora más que antes a la hora de darle al botón de tuitear?

Por supuesto. Antes era la única responsable de lo que hacía desde el principio hasta el final. Y ahora represento a un partido y ya no soy la única dueña de mis opiniones y mis manifestaciones.